martes, 25 de mayo de 2021

Aquel programa de TVE del año 1964: Reina por un día

 Reina por un día (Un programa  de televisión de dudoso gusto)


Este programa de la televisión española apareció a mediados de los 60 cuando nuestro país aún no había salido completamente de la miseria de la posguerra. Era un programa simpático, alegre y ensoñador, aunque en el fondo también era un programa algo cruel ya que cuando escogían a una sufrida ama de casa de Villaroblino de Abajo, que vivía entre borregos y moscas y la convertían en "reina", tras pasar un fin de semana en los mejores lugares de Barcelona y era después devuelta a su pueblo sería para ella  tremendamente chocante.


Recordemos que la década de los años 60 fuera de las grandes ciudades, en el medio rural se vivía mal, muy mal. La miseria era patente y la resignación era la única arma para poder soportar tantas privaciones.

 Las mujeres escribían cartas para ser elegidas para participar en el programa televisivo. Suponemos que los regidores del programa escogerían no a una mujer sebosa, mal encarada y desagradable, escogían, por estética televisiva, a una ama de casa cuarentona, agradable de cara y de ojos brillantes de esperanza. Le costeaban el viaje a Barcelona, que era el lugar donde se hacía el programa. En la estación del tren o en el aeropuerto era recogida por una coach, una acompañante (nunca un hombre, ya que era una mujer casada) que la llevaba a un hotel de lujo. Después a una peluquería y a una boutique donde le compraban un par de bellos vestidos, uno para pasear y otro para presentarse al programa de televisión. Antes del show la coach la acompañaba para visitar un museo, tiendas de modas, comían en un restaurante de prestigio y por la tarde-noche iba la concursante a la tele donde se mostraba en la pantalla lo bien que lo había pasado en la gran ciudad para después desarrollarse el programa como era habitual.

Lo que analizamos aquí es el choque que una mujer del medio rural, educadita dentro de lo que cabe, con deseos de ver la vida fuera de sus muros , experimentaría a volver a su medio habitual: bata de guatiné, zapatillas de paño, marido siempre serio y con cara de paleto y niños chillones.

 Sería tremendo pasar de ser reina por un día en medio de un lujo ficticio, pero a la postre lujo, y atendida con deferencia para tener que volver ineludiblemente a la realidad de la cotidianidad, un martirio.  

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