martes, 25 de mayo de 2021

Adela tomó conciencia, se dio cuenta de

Adela tomó conciencia, se dio cuenta de su vida tan plana (Un cuento para una tarde de verano).


De la misma manera que se producen mutuaciones genéticas y biológicas también se generan mutuaciones mentales: estoy hasta el moño, es una de ella. 


Adela, ama de casa con baja educación y deseos limitados, cayó enferma de calenturas, no,  no eran por mor del virus famoso. Eran unas fiebres extrañas que la sumían en un sopor grato donde su mente se enajenaba de su cuerpo y volaba y volaba. Una amiga de la infancia, que vivía en la capital, cuando la visitó postrada en cama, le regaló un libro y le recomendó que lo leyera cuando sanara.  Su amiga era considerada en el pueblo como una mujer de mente privilegiada que disfrutaba de un  alto puesto profesional trabajando en la diputación provincial, un talento, vamos. 

 Cuando sanó Adela y quedó sola en casa; los dos chicos estaban ganduleando en FP y el marido dando tractoradas por el campo, tomó el libro donde encontró escrito a lápiz, en la contraportada en blanco: "Adela, si sientes angustias con todo aquello que te rodea, si todo te cansa y aburre, rompe con todo y lee este libro sin que nadie te interrumpa"

A medida que Adela iba leyendo el libro su mente se transformaba, le costaba trabajo aceptar su situación. Ver el rostro de su marido le producía sarpullidos y contemplar a sus dos hijos veinteañeros, uno con el brazo izquierdo tatuado desde el hombro hasta la mano y el otro  con el brazo derecho igualmente tatuado y los dos, mientras comían, cuchicheando entre ellos al mismo tiempo que se mostraban las pantallas de sus iPhone  le generaba a Adela ardor de estómago al mismo tiempo que se preguntaba ¿Y yo que pinto aquí?

Córcholis con el libro de John Fonte "Pregúntale al polvo"  como me ha espabilado- se dijo Adela mientras fregaba los platos.


Aquel día fue el día mas excitante en la vida de Adela cuando bajó del avión con un pequeño trolley conteniendo alguna ropa y  con los 26.000 euros que había sacado de la cuenta familiar. Su prima Isabel la esperaba, en realidad era un familiar muy retirado, prima tercera por los menos.

 No le habrá dado esta dirección a nadie -le preguntó la prima mientras que la llevaba en el coche del aeropuerto a la ciudad- además te va a gustar el apartamento que te busqué. Muy cerca del mar en plena Costa Brava.

Adela se adaptó  a su nueva vida, supo preguntar al polvo de su aciaga vida aunque le contestó su prima Isabel, copropietaria y decoradora de una estupenda tienda de muebles y accesorios. 

Antes de llevar cinco meses trabajando en la tienda de su prima ya parecía una modelo del Vogue, vestía con suma elegancia y trataba a los exclusivos y adinerados clientes con naturalidad, de tú a tú, dejando la corteza aldeana en aquel horrible y atrasado pueblo extremeño.

Adela se recicló, abandonó a tirios y troyanos para vivir una nueva etapa a sus 48 años de edad, fue lo mejor que hizo en su vida.  


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario