miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿Quién controla el mundo, quién manda en nosotros?

 ¿Quién controla el mundo, quién manda en nosotros?

Esto es lo que me preguntó un paisano del pueblo donde paso mi jubilación.


En la parte 3 del documental Zeitgeist se dice como el Gran Capital de los Estados Unidos, con la ayuda de la CIA, dirige la economía mundial (Ver www.zeitgeistmovie.com).

Otros entendidos dicen que en la reuniones del Club Bilderberg se originan ideas para someter a nosotros, a la masa, a la plebs (Ver  en Google "Club Bilderberg o la conspiración más famosa del mundo"). En dicho Club opinan y marcan directrices los personajes más importantes de la política y de las finanzas con un único objetivo: mantenerse ellos en el Poder y someter al pueblo, al común, si es posible, sin violencia armada. Estos personajes deciden cuando y como aumentar el precio del petróleo, donde debe estallar una revuelta política o como ayudar o destituir a un dirigente de un gobierno que no acate sus dictados.

Daniel Estulin destapó los entresijos de estas reuniones exclusivas en un libro que tituló "La verdadera historia del Club Bilderberg".


Otro grupo de poder y de presión es la Comisión Trilateral fundada por David Rockefeller en 1973 para reunir a ciudadanos influyentes de Europa, Japón y Norteamérica para analizar los problemas comunes de todo el mundo que pudieran influir negativamente al Gran Capital de aquellos años. 

En la Trilateral todos los invitados opinaban, desde políticos de ideología conservadora hasta los centristas y socialistas.

Otros creen que el Gran Capital Mundial, por llamarle de algún modo, es controlado a través de importantes familias: la Familia Rockefeller, la Familia Morgan, la Familia Dupont sin olvidar, en pleno siglo XXI, a las grandes familias de narcotraficantes que entre todas mueven al año la friolera cantidad de 650 mil millones de dólares y que poseen un inmenso poder para corromper y comprar a gobiernos enteros, a jueces y a policías.

Por otra parte debemos considerar el poder de los grandes monopolios actuales. Los de Internet capaces de controlar a millones de personas de todo el mundo, controlan unas voluntades que ellos modifican poco a poco según convenga. Los grandes servidores de la venta on-line son los monstruos que devoran el comercio tradicional. Miles y miles de tiendas, de todo tamaño, se arruinan debido a la compra masiva on-line por una parte de los consumidores.

Me preguntó el anciano azorado ¿Los políticos y los Gobiernos para qué sirven?  Contesté, todos obedecen al Gran Capital y también a otros Gobiernos más poderosos. Hay que señalar, a su favor, que evitan que esos monstruos del dinero nos devoren con ese afán predatorio que les caracterizan.

¡Vaya lío! Exclamó el abuelete mientras se acariciaba una oreja. 

martes, 29 de diciembre de 2020

Un cuento chino

 El mareo (Un cuento chino, de un jerezano)


Aquella fría mañana de enero del año 2021, Jacinto Fuentes, residente y natural de Jerez de la Frontera, se despertó sin ganas de ir a trabajar. A los 9 llamó a su oficina para comunicar a su jefe que se encontraba mal, que tenía un pertinaz mareo ¡A ver si te ha picado el virus! -bromeó su jefe con recochineo.


Jacinto, tras una tonificante ducha y un suculento desayuno, bajó al parquecito privado de su urbanización. El sol estaba rico y suave a las once de la mañana, un banco le invitó a sentarse y contemplar la nada. Sus ojos se le cerraban y él pugnaba por mantenerlos abiertos. Un sueñecillo relajante invadió a Jacinto.

De pronto dio un respingo y se despertó desconcertado. ¿Cuánto tiempo estuve dormido?- se preguntó. El sol ya se había ido y estaba oscureciendo. Quedó aterrorizado cuando comprobó, a enfocar bien la vista, que la gente que transitaba por el parque eran chinos y hablaban esa jerigonza de idioma. El parquecito privado no era tal, era una plazoleta desabrida llena de chinos que iban y venían, que conversaban entre ellos. ¿Dónde estoy? -preguntó el jerezano a una pareja de chinos de mediana edad, que desapareció corriendo y exclamando algo... en chino. 

Jacinto comenzó a gritar y a gesticular exageradamente preguntando qué ciudad era aquella. Unos reían, pero la mayoría huía de él. Una pareja de policías chinos  preguntó algo a Jacinto. Este gritó lloriqueando como un niño con rabia que qué hacía él en ese extraño lugar. Lo llevaron a la comisaría y allí siguió Jacinto con su llantina, sus gritos y sus gestos. Por señas dijo que quería hacer un pis. Lo llevaron a un lavabo de la comisaría mientras que un guardia le esperaba al otro lado de la puerta. Al lavarse las manos Jacinto vio su rostro reflejado en un espejo, el rostro de un auténtico chino. Gritó de espanto. Se registró la chaqueta. No llevaba documentación, le robarían la cartera en el parque de Jerez o en el parque de ese pueblo chino.


El pueblo donde apareció Jacinto se llama Chiang-Ho, situado en el nordeste de China. En la comisaría, a Jacinto le quitaron esa ropa extraña europea y le pusieron un mono o buzo de campesino de color gris y unas zapatillas de paño negro. Le preguntaron con buenos y malos modales, en chino, naturalmente, que por qué se hacía el "blanco" remedando ese idioma tan extraño. Que hablara de una vez en chino.

 Un médico psiquiatra de la ciudad cercana lo examinó y dijo que aquello era un caso de desdoblamiento de personalidad, que mientras que no apareciera algún familiar reclamándolo que se lo llevaría al manicomio estatal de la ciudad.  Este caso es único, pero no raro del todo-comentó el médico al jefe de la policía- el de  una persona que no desea entender su idioma y que se dirija a la gente remedando un idioma extraño, inventado. Es algo curioso, muy curioso. 

Adela o como sobrevivir en la vida

 Adela o como sobrevivir en la vida 


La sala VIP del aeropuerto de Barajas estaba, casi en su totalidad, ocupada por jóvenes ejecutivos que tecleaban en sus portátiles mientras bebían un zumo o un café negro. Las siete de la mañana. Adela era una más entre ellos, entre una nueva clase triunfadora, servidora de las grandes compañías y monopolios internacionales asentadas en Madrid. Ella, con cierto deleite, hojeaba The Guardian y tomaba un te amargo. No tenía prisa, era temprano ya que le encantaba llegar pronto al aeropuerto para poder leer la prensa y desayunar en la sala VIP. Su vuelo a Zurich, para asistir a una reunión de los directivos europeos de la compañía Thrüslok saldría dentro de una hora. A ella le satisfacía ese tipo de vida: traslado y recogida en todos los aeropuertos en el coche oficial de la empresa, viajar en clase business, alojarse en hoteles de cinco estrellas y ser admirada por su capacidad de trabajo. Se sentía feliz, muy feliz; se consideraba una triunfadora a sus cuarenta y tantos años de edad.


Seis años después. Adela, algo fondona pero aún guapetona, y su cónyuge Antonio, jefe de sección de los almacenes Prisca en el barrio madrileño de la Concepción jugueteaban ambos con su hijo Pablito, un nene de tres años con cara de bobo de ojos adormilados,  como los del padre y con la barbilla de Adela, según dijo la madre de Antonio cuando vio al nene por primera vez.

 La Terminal 3 de Barajas es enorme. La gente que puede se sienta en sillas de plástico o sobre sus maletas de ruedas. Los viajeros van y vienen con ansiedad mirando los cuadros luminosos que informan sobre las llegadas y las salidas. Adela vestía como todas las mesócratas españolas cuando viajan. Pantalones vaqueros y una chaquetilla de falso cuero. Zapatos con suela de goma, pero no esas horribles zapatillas o runners que calzan las barrio bajeras. El nene sentado sobre las piernas de Adela la incordiaba pegando constantes taconazos con sus botitas ortopédicas contra las rodillas de su mamá . Toma el niño, Antonio, que me duele la cabeza y voy a cerrar un poco los ojos. Todavía tardaba casi una hora para que partiera el vuelo a Santiago de Compostela para visitar a la familia gallega del esposo.

 Antonio, ese ser anodino y vulgar que fue su salvavida cuando ella perdió el empleo por causa de la quiebra de la poderosa empresa donde trabajaba. Si subes muy alto, la caída puede ser mortal -leyó en no sabe donde.

 Sí, ella se quedó casi sin un euro desde que decidió, sin trabajar, seguir viviendo el ritmo de su vida de ejecutiva en aquel lujoso duplex de la calle Prim esquina a Recoletos. Allí estuvo hasta que agotó sus ahorros quedándole lo justo para comprar, en un momento de lucidez, un piso o en el barrio obrero de la Concepción, muy cercano a los almacenes Prisca donde se dejó seducir por Antonio cuando supo que era soltero, muy formal y semitonto. Había que sobrevivir y este hombre le daría la estabilidad económica de la que carecía y de paso tener un compañero, con hijo incluido después, que llenaría ese vacío existencial, esa soledad que la estaba enloqueciendo y le hacía preguntarse ¿qué será de mí, sin trabajo, sin nadie que me cuide y con una edad más que pasada para encontrar un empleo digno?


Cuando se vio sentada en el avión con destino a Santiago, en clase turista, oyendo la algarabía de lloros infantiles y risotadas nerviosas de los adultos tragó saliva pero no, tenía la boca seca. Con esa sequedad propia que preludiaba una crisis de ansiedad.Todo lo que le rodeaba le era deleznable, mediocre,  pero necesario para sobrevivir. A sus casi cincuenta años de edad se sentía fracasada y marginada. Se consoló recordando a Kundera: "Aquel que quiere llegar más alto tiene que saber que algún día le invadirá el vértigo"  



domingo, 27 de diciembre de 2020

Un libro de mi biblioteca

Los inadaptados (Una novela del Ciclo de Rodalquilar)

Autora: Carmen de Burgos (Colombine)


"La tranquilidad del valle de Rodalquilar se vio alterada por el naufragio del buque "Valencia" en 1892 a causa de un gran temporal frente a la costa. El vapor tocaba la sirena desesperadamente cuando encalló sobre las cortantes rocas. Entonces los hombres y las mujeres del lugar bajaron a la playa desde sus viviendas. La costumbre de dormir sin despojarse de más prendas que la faja de estambre, el chaquetón de paño y las esparteñas, les permitían estar listos en pocos momentos. Tras los hombres bajaron las mujeres, descalzos los pies, mal sujetos los amarillos y rojos refajos de bayeta, apretados alrededor de las cabezas los pañuelos de grueso percal. Muchas llevaban, ocultas entre el oscuro abrigo, unos muchachuelos de morros sucios y ojos asustados.

Rodalquilar forma un semicírculo de tierra labrada y verdeante, con algo de apariencia de anfiteatro. Las rojizas montañas alzan sus muros como si quisieran abrigarlo y defenderlo de la vulgaridad de la vida civilizada.


Las bodas de Rodalquilar se ajustaban siempre para fin de verano, cuando la venta de granos o esparto traen la abundancia a las casas. Los novios antes de casarse tenían que aprender de memoria el Credo, los Artículos de la Fe y la Bienaventuranza, si no, el cura no los casaba. Para esta tarea contrataban a una rezadora, una mujer que les hacía repetir estas oraciones. A veces los novios eran muy brutos y no le entraban los rezos en la mollera, de modo que el novio robaba a la novia y se casaban por otro método.

Por aquella zona, aparte de la agricultura y la ganadería de cabras había hombres que se dedicaban al contrabando, todos ellos protegidos por don Luis, uno de los tres caciques del lugar.

La gente  bajó a la playa para esperar que el vapor varado se partiera en dos para ver que salía de la bodega a la playa. El Valencia, a pesar del nombre era inglés, llevaba una carga de naranjas a Inglaterra. 

Al día siguiente, todo el pueblo fue en romería a la costa para ver el estado del buque. Todavía no se había hundido. Las gentes se sentaron, cara a la playa, y sacaron sus meriendas. Cuando aparecieron las primeras naranjas flotando sobre el mar y contemplaron como las olas las arrojaban a la playa brotaron gritos de alborozo y de carcajadas nerviosas. Se las comían allí, a pesar de la oposición de la guardia civil que no tuvieron más remedio que permitir que recogieran todas las naranjas que quisieran para llevarlas a casa.

Los marineros ingleses, todavía a bordo del vapor, no se atrevían bajar a tierra asustados de la algarabía que los hombres, mujeres y niños armaban y quizá recordando un hecho que sucedió por aquellas costas cincuenta años antes cuando naufragó otro buque inglés y los habitantes, no de Rodalquilar sino de otro lugar, asaltaron la nave varada y cortaron todas las orejas que llevaban pendientes de oro y los dedos con anillos de los ahogado que el mar arrojó a la costa o encontraron entre las rocas.

Tras el naufragio del Valencia no se habló en Rodalquilar más que de este suceso. 

Días después la vida siguió su curso. Dolores, la hermosa  esposa de un lugareño acusado de contrabando fue a ver al cacique, a don Manuel, para que intercediera por su esposo que estaba en la cárcel.

 ¿Quieres la libertad de tu esposo? Todo depende de tí -dijo el cacique tomando por la cintura a la atribulada mujer. Ella cerró los ojos y permitió que el cacique  la tumbara sobre la alfombra e hiciera con ella lo que quisiera. Quedó preñada de aquel encuentro mientras que Víctor, su marido, permanecía en la cárcel. 

Dolores tuvo un niño muy diferente a los del valle. Era muy blanquito y delicado, rubito de ojos azules. Las vecinas la criticaban y también la envidiaban porque había conseguido que  la familia del cacique bautizaran al nene en Níjar  y lo apadrinaran  además de que regalaran al matrimonio el arrendamiento de la mejor finca de Rodalquilar."

Esta novela, más costumbrista que naturalista, se desarrolla después como un folletín de la época. Dolores y su marido prosperan, se hicieron ricos con los beneficios que obtuvieron de la enorme finca. Víctor era feliz pero ella no, se sentía deprimida por el recuerdo de la violación y...


  

sábado, 26 de diciembre de 2020

Cine de Ayer

 Viridiana  (1961)

Director: Luis Buñuel


Una película basada en una novela de Benito Pérez Galdós titulada "Halma".

Esta película rodada en 1961 no se pudo estrenar en España hasta 1977 porque fue considerada por la censura de la dictadura como inmoral así que se distribuyó por otros países como "una película mexicana" cuando en realidad fue una co-producción entre España y México; con Fernando Rey como protagonista y con la bella actriz mexicana Silvia Pinal en el papel de Viridiana.


Viridiana una joven limpia de alma, inocente como un ángel profesa en un convento como novicia. Era tan inocente que la contemplación de la ubre de una vaca le produce sonrojo ¿quizá pensaba que así sería el pene de un hombre?

Su tío don Jaime la saca del convento al quedarse huérfana y al proclamarse él como único tutor de tan dulce muchacha. Desea convertirla en una señorita. En su lugar el viejo rijoso la pervierte y la convierte en su amante. "Tu serás mi amante o mi ahijada según me convenga" -dice el caballero viudo, sinvergüenza y aprovechado.  Ella consiente dócilmente ¿ quizá le gustó su situación?


A Buñuel siempre le fascinó el fetichismo que aparece en casi todas sus películas.

 Cuando Viridiana llegó del convento para quedarse en la casa de su "amado" tío Jaime llevaba en su maleta un crucifijo negro, una corona de espina y varios clavos. Por su parte don Jaime, cuando nadie lo ve en el secreto de su dormitorio, se traviste con un corsé de su difunta esposa y se pone sus zapatos de tacones. 


Aparte de estas extravagancias el eje de la película gira en torno a la caridad. Una caridad señalada cuando un personaje compra un perro atado con una cuerda al cuello que era casi estrangulado siguiendo el paso ligero del carro donde iba atado. También el director expresa esta virtud hasta aquel acto de caridad colectiva cuando Viridiana, liberada y heredera, tras la trágica muerte de su tío, intentó practicar con un grupo de mendigos callejeros. Estos son alojados en una finca, allí los alimenta, los cobija y son instruidos en la doctrina cristiana. Estos mendigos, como casi todos ellos, agradecen el condumio poniendo caras de obedientes y sumisos. Cuando un día Viridiana tiene que ir a la ciudad los mendigos aprovechan la oportunidad para vaciar la despensa y dispensarse un suculento banquete. Hay una escena  donde estos desaliñados en su "improvisación" reproducen la Ultima Cena de Da Vinci, una parodia de mal gusto de seres desechados por la sociedad. Cuando Viridiana vuelve y ve el desastre que han hecho y contempla esa mezcla de horribles cuerpos de hombres y mujeres que duermen el alcohol ingerido, un par de borrachos intentan violarla pero es  salvada in extremis por un pariente lejano de Viridiana, su primo, que se lía a mamporros con esa hez humana.


La última escena memorable del film  es cuando Viridiana, una vez expulsada la chusma de su casona se queda sola y toma conciencia de su situación viendo su imagen reflejada en un espejo, entonces se fija en sus ojos siempre anhelante por hacer el bien al prójimo, con su carita de buena y su pelo recogido como señal de recato. De pronto cambia todo, sus ojos brillan de picardía mientras ella se suelta el pelo, se desmelena, sonríe extrañamente y se dirige al dormitorio de su primo.