jueves, 25 de febrero de 2021

Un libro de mi bibliotec

La Conquista de la Felicidad

Autor: Bertrand Russell


Cuando tomé este libro de la estantería encontré entre sus hojas dos recortes de prensa del año 1993. Uno era "Sobre la felicidad" escrito por Luis Racionero y el otro se titulaba "La vida acelerada", de  Jorge Berlanga. Supongo que los coloqué allí como complemento a este libro. Escribir o hablar sobre la felicidad es harto difícil. Una definición que siempre recordaré y que leí cuando yo era un adolescente: "La felicidad es el arte del equilibrio emocional del ser y del tener. Es el término medio de lo que te gustaría ser o haber sido en la vida y lo que eres actualmente y de lo que te gustaría poseer y  tienes en  la actualidad".  


En el índice de este libro de B. Russell leemos: "¿Por qué es desgraciada la gente? El fastidio y la excitación acarrea el aburrimiento. Envidia versus admiración. El miedo a la opinión pública. El entusiasmo necesario. El hombre feliz existe".


"El hombre que ha gozado nunca de las cosas bellas en compañía de una mujer amada no sabe adónde llega el mágico poder del amor. Además el amor rompe la concha dura del ego que todos poseemos"


"Hay hombres que poseen "todo" pero que son infelices. Tienen una bonita casa, una bella mujer y unos niños encantadores. Van a trabajar demostrando siempre que es un triunfador, tienen que exhibir las cualidades de un gran hombre de acción. Posee en su rostro una expresión enérgica, una manera de hablar decidida, un aire de sagaz, aunque este tipo de hombres, por lo general, son infelices, porque no disfrutan de la familia o de la compañía de sus  damas, ni del hogar, están vacíos por dentro. Los libros les parecen fútiles, la música culta la considera pedante. En el fondo cada vez se encuentran más solos, sus vidas carecen de sentido, es sencillamente una víctima de la voracidad".


"No todo es posible teniendo mucho dinero si no es para obtener sosiego y seguridad. Es un craso error tener dinero para ostentar, para deslumbrar a sus semejantes. Algunas personas amasan enormes fortunas como una terapia del hambre y de la miseria que pasaron en su niñez, viviendo en una familia de pobres. Por supuesto que la consecución del éxito profesional, de la excelencia empresarial es otro goce de la vida"


"Cuidado con el aburrimiento que puede llegar hasta, en los peores de los casos, al suicidio. También hay un aburrimiento provechoso, ausente de drogas y alcohol, pero que  solo es debido a la ausencia de actividades vitales. Hay que ocupar el tiempo libre que tenemos. Las personas que carecen de hobby suelen caer en episodios de depresión"


"Una vida feliz es sinónimo de una vida buena y sana. Los actos recomendables para ser feliz puede proceder por igual de un hedonista que de un moralista. Se debe evitar las fuertes ataduras familiares y sociales para intentar ser uno mismo".   

Un artículo que leí

 La Pandemia del Capitalismo: la paradoja que el coronavirus ha puesto al descubierto.

(Resúmen de un artículo aparecido en el Diario.es escrito por Joan Coscubiela)


"A pesar del tiempo transcurrido de la pandemia continuamos sin comprender lo que nos está pasando. Disponemos de mucha información que no sabemos convertir en conocimiento"


"El coronavirus nos ha enviado potentes mensajes que haríamos bien en tener presente. El espejo de la Covid-19 nos refleja una democracia que sufre fatiga de materiales y nos habla de las dificultades de los Estados nación para abordar por sí solo estos riesgos globales"


"El impacto de la Covid-19 en nuestras sociedades es parecido al que produce en las personas. Está afectando a cada país en sus partes más débiles, que en el caso de España se concretan en una economía frágil (especialmente en el terreno del empleo) con muchos desequilibrios sectoriales y territoriales, con escasa diversificación y sustentada en un tejido de pymes y microempresas muy sensibles a los impactos económicos. Tenemos un estado que, desde sus orígenes se ha sustentado débil emocionalmente"


"El capitalismo ultraliberal es un factor de riesgo global en sí mismo. No se puede interpretar al capitalismo la responsabilidad de la pandemia, entre otras cosas porque los humanos hemos sufrido epidemias desde tiempos inmemorables"


"El capitalismo de hoy está actuando como una verdadera pandemia. El actual sistema socioeconómico presenta síntomas de clara y múltiple insostenibilidad, que se expresa en el terreno ambiental, social y democrático. La capacidad destructiva del capitalismo se manifiesta en forma de aumento brutal de las desigualdades de renta y riqueza que tiene sus causas en el desequilibrio de poderes entre economía global e instituciones políticas locales donde la propiedad  privada se concibe y protege como un derecho sin límites."


"Las crisis desencadenadas por la Covid-19 están acrecentando esta desigualdad. La riqueza mundial se ha desplomado un 8% y millones de personas pierden sus empleos, miles de empresas cierran mientras que un selecto club de supermillonarios aumenta de manera espectacular su patrimonio y su poder político"




A modo de reflexión

 Satisfacción e impresión


Cuenta un escritor español que entre todas las sensaciones gratas que tuvo en su vida (excluyendo los placeres mal llamados animalescos: comer, copular, beber, dormir, etc.) fueron sus experiencias intelectuales además de viajar por toda España y parte del mundo.

Leguineche en su obra "El camino más corto" contó aquel gran viaje que realizó a sus 23 años de edad a bordo de un vetusto Land Rover, por todo el mundo. Corría la década de los años 60, "cuando los jóvenes teníamos inquietudes".

Viajar es un enorme placer que ya practicaron Colón, Marco Polo, Vasco de Gama, James Cook, Darwin y muchos otros. 

Me cuenta Ramón que estando trabajando en una oficina técnica en Madrid, se preguntó a sus 22 años de edad, si allí se quedaría hasta la edad de su jubilación. Algo que le aterrorizó tanto hasta que le hizo desear en poner tierra por medio y buscar una vida de  aventuras y de nuevas sensaciones en otras latitudes. Total que preparó todo para poder saltar al otro lado del Atlántico; pero lo que más recuerda, me dijo Ramón, fue el viaje en sí mismo.

 Lo que más recuerda con cierta nostalgia es la emoción y el placer de ir a lo desconocido, a otro país, sin conocer a nadie ni saber donde se alojaría o donde trabajaría. La aventura, la incertidumbre era los que más le estimulaba, era como una droga para él.

Aquella mañana de primavera cuando se vio a bordo del avión, un DC-8, entre desconocidos, cuando sintió las cuatro turbinas girar antes de tomar la cabecera de pista se sintió como en el cielo. Todo era de ensueño, diferente a lo habitual: la música ambiental,  poder ver las nubes bajo sus pies,  aterrizar en Lisboa para recoger más pasajeros, esa comida del catering, la bolsa que recibió con un juego de aseo y unas suaves zapatillas de viaje, las revistas  y los cigarrillos gratis y sobre todo poder contemplar el Océano Atlántico desde varios miles de metros de altura.

 El DC-8 descendió suavemente y a lo lejos, casi al ras del mar, según creyó el joven andaluz, se veía acercarse una isla. El avión se dirigía como para chocar con una enorme acantilado, pero no, aterrizó suavemente en el aeropuerto de Santa María de las Azores para recoger a más pasajeros. 

Tras el despegue las agradables azafatas ofreció otra comida y unas toallitas húmedas y calientes para las manos. No pegó ojo en toda la travesía hasta sorprenderse cuando dijeron por megafonía que el DC-8 estaba sobrevolandoTerranova. Abajo, en el intenso azul del mar, se podía ver con claridad numerosos témpanos de hielo y entre ellos barcos de pesca. Todo un espectáculo hasta que el avión tomó rumbo al sur pasando antes sobre un paisaje montañoso nevado, todo blanco. Se aproximaban al aeropuerto de Montreal. Fué una fecha inolvidable para Ramón, un día del mes de abril del año 1968. El chico era joven, curioso, decidido, perseverante y con una enorme ganas de vivir .  


Cine de Ayer

 Tierra y Libertad (Land and Freedom) 1995

Director: Ken Loach


El argumento gira sobre un capítulo definido de la Guerra Civil española entre los conflictos de dos ideas diferentes dentro del bando republicano. Entre la gente del Partido Comunista (estanilistas) y los del POUM y de los libertarios de la CNT.

Esta es una película seria, bien realizada y mejor documentada. Ken Loach gusta usar personas del pueblo como actores improvisados con resultados curiosos o incluso sorprendentes. 

Una escena memorable. Cuando las milicias del POUM entran en un pueblo aragonés y convocan una asamblea de los campesinos para ver como había que colectivizar las propiedades. Entre voces, humo de cigarros y aspavientos los asambleístas proponen diversos modos de colectivización. Lo bueno de esta larga escena son las intervenciones de gente del pueblo que se toman de veras sus papeles. Unos decían que la revolución social había que hacerla a la par que la guerra, otros sugerían que era mejor ganar a los facciosos para después hacer la revolución social y el reparto de tierras.

Volvamos al film. El voluntario inglés, el protagonista, pertenecía al Partido Comunista de Inglaterra pero por una casualidad se integró en una brigada trotskista del POUM. Un error que le hizo ver las luchas internas entre los diferentes bandos republicanos hasta el extremo de llegar al frente de Aragón unos camiones de soldados republicanos para desarmar a estos trotskistas y detener a sus mandos, ya que fueron todos disueltos. Y así sucedió en Cataluña en el año 1937. Después del POUM la FAI-CNT fue malparada. Unos sucesos que Ken Loach recoge en su excelente película. 

En Tierra y Libertad se señala una vez más la eterna dualidad española. Esta es una película magistral, muy real y de corte documentalista.  

Un cuento sobre el autoengaño

 Los proyectos de Adela


"Rodolfo se había puesto unas botas altas de piel muy suave, pensando seguramente que ella no había visto en su vida nada igual. Emma estaba ya preparada esperándole y, desde luego, se quedó impresionada de su buena facha cuando lo vio aparecer con aquellas relucientes botas, su casaca de terciopelo rojo y el pantalón blanco de punto muy ajustado"

-¡Oiga, una primitiva para el jueves! -Una voz cascada de anciana interrumpió la lectura de Adela.

Allí estaba Adela recluida, en un cuartucho con tres paredes blancas y un cristal frontal blindado que tenía una apertura mínima para entregar los boletos, primitivas y de lotería. 

Adela cuando joven tenía siempre en mente muchos proyectos para su futuro: quería ser escritora, secretaria de embajada, ser una gran ejecutiva,  incluso profesora de filosofía en la universidad de Bolonia y... se quedó de vendedora de loterías y primitivas. Sus proyectos se fueron al traste por su incapacidad para realizarlos y también, todo hay que decirlo, por haberse casado, muy joven, con un memo, el famoso tonto de pueblo que era  rico pero tonto del haba, además de cruel. Menos mal que tras dos años de casada, de haber soportado a dicho idiota, aunque afortunadamente sin tener hijos, pudo divorciarse  alegando las frecuentes paliza que el jumento humano le propinaba cada vez que volvía borracho de la taberna.

Ahora leía Madame Bovary se vio reflejada, en cierto modo, en el personaje de Emma.

 Adela quedó pobre tras el divorcio hasta que su tía le ofreció este pesado y triste negocio: vender posibles ilusiones. Tu eres la tendera de la suerte, le dijo una vez una amiga. 

 Allí estaba Adela. Ocho horas encerrada en la "pecera" y entre clientes y clientes, viendo esas caras de miserables que suelen tener los pobres esperanzados a que la diosa fortuna les bendiga. Ahora leía novelas de amor, de aventuras y de viajes. ¿Sus proyectos de antes? Los propios de una chica soñadora y algo esquizóide; ahora a sus casi sesenta años de edad pocos proyectos podía tener ni menos aún imaginar.

"Ya no hablaban, pero sentían al mirarse un zumbido dentro de la cabeza, como si una especie de onda sonora se escapara de sus pupilas. Sus manos acababan de entrelazarse, y el pasado, el porvenir, las evocaciones y los sueños se encontraban mezclados dentro de aquella extática dulzura"

-¡Deme un número que termine en nueve! - Exigió un cliente de sonrisa indecente, al otro lado de la mampara de cristal. Aquella mampara que separaba a Adela de la vida real, la de  todos aquellos ganapanes y fracasados que intentaban corregir sus miserias obteniendo por azar unos miles de euros. Y ella bebiendo sus fantasías con sus novelas.

"¿Somos felices? -preguntó el guapo marqués a Adela (Emma).

-Claro que sí, estoy loca, no me hagas caso ¡bésame!"

-¡Oiga, deme un número que termine en trece!

Adela dejó la novela marcando antes la página con un trozo de papel. Levantó la vista para ver la cara de pandorga de aquella mujer. Sonrió levemente para convertir después la sonrisa en un rictus de asco y le dijo, antes de cerrar la ventanilla: ¡Váyase al carajo, señora!