lunes, 29 de abril de 2019

El Editorial del Blog

El Socialismo inevitable

Plagiamos el título de este Editorial del libro de Ramón Tamames "El Socialismo Inevitable" editado por  Planeta en mayo del año 1978
Del índice de este ensayo sacamos algunos encabezamientos que por sí mismos son hartos explícitos:

El capitalismo norteamericano no es para la exportación/. La triple crítica a los excesos liberales/. La solución no está en la economía social de mercado/. El esquema básico del socialismo científico/. Las empresas multinacionales, protagonistas  de la economía mundial/. La ecología y el futuro/. Los  nuevos protagonistas sociales/. La política económica de la democracia avanzada.

En la introducción de este ensayo leemos:
"Percibí -escribe Tamames- con claridad lo absurdo de nuestro comportamiento cotidiano, que llega a carecer de sentido por no dedicar el mínimo tiempo necesario a forjarnos una idea más completa sobre este mundo en que vivimos. Aunque a veces podamos sentirnos muy libres, la verdad es que somos esclavos de nuestra rutina, de nuestra propia forma de vida"

"El hombre, la mujer, no viene al mundo simplemente para producir, para trabajar, para consumir y reproducirse, para ser una fuente indiscriminada de plusvalía en lo material y de alienación incurable en lo espiritual. Si se nace, es para vivir iguales en paz y en justicia. 
Desde la barbarie de tiempos pasados hasta el Socialismo actual se vislumbra, sin embargo, un mañana no muy lejano donde todos vayamos  hacia un Socialismo inevitable. Un socialismo que a veces estuvo lleno de aberraciones que se fueron corrigiendo con el paso del tiempo. También el capitalismo fue cruel en el pasado, cuando era esclavista y arruinó a otros pueblos y naciones y que para colmo degeneró a tal extremo que propició un mundo fascista y nazista en Europa.
En el Socialismo del futuro todos serán ciudadanos en derechos y obligaciones, recíprocamente reconocidos, será un camino hacia la libertad, la igualdad y la fraternidad"

Partiendo de esos retazos del genial Tamames podemos añadir los europeos actuales, y por ende los españoles, que no se desea un socialismo absolutista tipo venezolano o castrista hasta hace poco. En realidad los llamados socialistas europeos son en su mayoría socialdemócratas donde el Estado debe ser, según sus principios,  el rector de la economía y que pueda establecer unas reglas para el comportamiento más humanos de los factores de producción. El socialismo del siglo XXI reconoce al capitalismo como motor de la economía de un país pero siempre defendiendo los derechos de los menos favorecidos frente a posibles explotadores capitalistas.
En las pasadas Elecciones Generales en España se vio y comprobó esta tesis. Un partido socialista que estaba de capa caída duplicó sus votantes en detrimento de los conservadores de turno. En España, el Socialismo, la socialdemocracia, está garantizada  al menos por cuatro año.

"El Socialismo es la esencia de una filosofía política donde el humanismo es su fundamento. No importa si un dirigente nos cae más o menos bien; lo importante es el fondo humano y social del propio sistema socialista. Creemos que por ahora el Socialismo es el mejor sistema político para España con sus errores, con sus aciertos y con, por supuesto, sus rectificaciones" (Ramón Valenzuela) 

"Yo soy yo y mis circunstancias" (Ortega y Gasset)  

sábado, 27 de abril de 2019

Un cuento para Mayo

La maldición de las golondrinas 

Primavera del año 1982. Jacinto y Lucía, un matrimonio, sin hijos, muy moderno, compañeros de trabajo, nos invitaron a mi mujer y a mí a pasar un domingo en su chalet recién adquirido. Entonces era el orgullo de cualquier mesócrata que se preciara haber triunfado en la vida: tener una segunda residencia en la playa o en el campo.

Cuando aparcamos frente a la casa, Jacinto entró primero pues era el quien portaba las llaves del portón del jardín delantero. No nos dio tiempo a penetrar en el jardín cuando vimos a mi amigo que  salía casi corriendo y con la cara lívida.
-¿Qué te pasa- preguntó la mujer asustada
-Las golondrinas han hecho dos nidos bajo la techumbre del porche y está todo hecho una porquería.
-¡Qué barbaridad! Estaba todo tan limpio y recién pintado...
Los cuatro nos asomamos para ver el desaguisado y vimos dos nidos de golondrinas con sus escandalosos pajarillos  esperando la comida que les traían sus padres que dudaban entrar en el porche al ver a los cuatro humanos hablando entre sí.

Sugerí instalarnos bajo un gran nogal del jardín para pasar allí el día sin molestar a los golondrinillos.
-Esos dos nidos los quito ahora a palos- dijo con rabia Jacinto
-No por Dios -suplicó mi esposa. Que estas aves hacen bien en el campo, se comen todos los mosquitos y otros insectos molestos.
Yo le sugerí que permitiera que crecieran los golondrinos y cuando abandonaran el nido entonces los destruyera. 
Total, entre dimes y diretes me costó trabajo convencer a mi colega para que dejara en paz a los animalillos. Para asustarle le conté que las golondrinas estaban consideradas sagradas en toda la cuenca del Mediterráneo incluyendo Africa,  nadie se atreve a destruir un nido de golondrinas porque, según la leyenda o la tradición,  trae muy mala suerte para toda la familia que resida en la casa. Jacinto se rió y dijo que todo eso era una tontería.

A la semana de la visita al chalé, en un descanso en el trabajo, me dijo Jacinto que ya estaba todo limpio, ni pájaros ni tonturas, todo  está como nuevo y repintado. Quedé estupefacto por tanta crueldad. 

No se si fue una maldición o una otra cosa  lo que atacó a esta familia formada por Jacinto y Lucía.
 Antes de comenzar el otoño de ese mismo año Lucía le puso los cuernos a Jacinto huyendo a Francia con un antiguo novio que residía allí. En enero Jacinto fue expulsado del trabajo por hurto sin derecho a percibir ninguna indemnización ni por despido ni ayuda de ninguna clase. Jacinto cayó en una gran depresión y gastó todo el dinero que le dieron por la mala venta del chalet de Cumbres Verdes. Se dio a la bebida viciosamente hasta coger, años más tarde, una cirrosis hepática que lo llevó al otro barrio antes de cumplir los sesenta años de edad.

¿Fue la maldición de las golondrinas o una racha de mala suerte?


viernes, 26 de abril de 2019

Confesiones de un lector impertinente

Confesiones de un lector impertinente

Todos los aficionados a la lectura tenemos en mente aquellos libros que más nos gustaron y también los que más nos impactaron por sus historias o por su estilo literario.
Sin lugar a duda el libro que más me impactó, lo leí tres veces durante un cierto período de tiempo, son los relatos compilados en el Antiguo Testamento, siempre desde el punto de vista de un lector laico. Sus cuentos, historias y anécdotas son superiores a esos otros cuentos de Las Mil y una Noche.
Saco unos párrafos del AT:
 "Tobía quedó prendado de la belleza de Sara pero no quiso casarse con ella porque tenía fama que en la noche de boda murieron misteriosamente siete esposos anteriores a su viudez. Tobía sintió alivio cuando un día se le apareció un ángel y le dijo que se casara con ella, que él no moriría. Y así fue"
"Jonás fue enviado a Nínives por mandato de Jehová para predicar. Jonás no quiso e intentó huir en un barco que se dirigía al oeste. Se levantó una fuerte tempestad que los marineros achacaron al gafe de Jonás y lo arrojaron al mar. Una ballena lo tragó para devolverlo en una playa sano y salvo. Entonces Jonás comprendió el mensaje y no tuvo más remedio que ir a Nínives"
Lo de la burra que hablaba es un relato fascinante y aún más lo de aquel profeta que saliendo de un pueblo unos muchachos se rieron de su calvicie. El profeta pidió ayuda al cielo y un enorme oso salió del bosque y devoró a los rapaces, justicia divina. Y aquella heroína que yació con el general que sitiaba su ciudad y tras quedar dormido le cortó la cabeza; hay decenas y decenas de suculentas y entretenidas historias en el AT.

Como es difícil entresacar de mis cerebro los libros que más me impactaron anoto a vuela pluma, los diez libros de autores extranjeros que leí con reverencia y placer:
Lawrence Durrell y su Cuarteto de Alejandría; Gustavo Flaubert y su Madame Bovary; Goethe, Werther; James Joyce y su difícil, al menos para mí, Ulises; Franz Kafka y su agobiante El Proceso; San Agustín y sus Confesiones; Stendhal y su elegante novela La Cartuja de Parma; Tolstoy y su obra cumbre Guerra y Paz; Zola y su realismo con Germinal.

Sacar diez obras de nuestros novelistas españoles es harto difícil:
Anónimo, Poema de Mío Cid que lo habré leído más de una docena de veces; La Regenta de Leopoldo Alas Clarín; la Lucha por la vida de Pío Baroja, donde me descubrió la vida oscura de una ciudad que amo, Madrid; Don Quijote, de Cervantes, que confieso que leí por primera vez a mis 20 años de edad en una edición que compré en la Cuesta de Moyano. Ahora tengo otras ediciones que leí dos veces más y pretendo releerlo, otra vez, dentro de poco. Eslava Galán es un autor contemporáneo que me encanta por su inteligencia y mordacidad: Los años del miedo. Un autor que tuve la suerte de conocer en Sevilla y que desapareció hace años fue Alfonso Grosso y su cruel, corta y veraz novela de El Capirote. La elegancia y saber escribir  de Gabriel Miró y su El obispo leproso. El Jinete Polaco es la obra cumbre de mi admirado Antonio Muñoz Molina. Joanot Matorell y su libro de caballería Tirante el Blanco, la edición que poseo tiene una excelente introducción de Vargas Llosa.

Otros aficionados a la lectura me preguntaran sobre Faulkner, Kierkegaard, Nabokov. Lampedusa, Cela, Almudena Grandes, Juan Marsé, Ortega y Gasset, Pardo Bazán, Pérez Galdós, Sender... y muchos otros más. Los leí a todos y casi todos me impactaron con sus novelas, cuentos y relatos. 

El vicio de leer crea adipción y yo, reconozco, soy un adipto más que un adepto a la lectura, desde que tenía 14 años de edad y comencé a leer novelas de Simenón y Conan Doyle. 


Un libro de mi biblioteca

Tus pasos en la escalera (2019)

Autor: Antonio Muñoz Molina 

Cuando terminé de leer Tus pasos en la escalera sin saber cómo mi mente me hizo recordar lecturas pasadas de Muñoz Molina, principalmente Un andar solitario entre la gente (editado en 2018) y otra novela que me encantó Ventanas de Manhattan (2004).
Sin lugar a duda este escritor ubetense fue marcado, en cierto modo, por Nueva York durante su prolongada estancia en aquella ciudad; una ciudad que lejos de ser un paraíso posee una tremenda personalidad tan fuerte que todas las personas que la hemos visitado quedamos impactados por lo que vemos e imaginamos.

En Ventana de Manhattan el autor nos señala la insignificancia de ser un ciudadano español en Nueva York "Soy un ciudadano invisible de un país inexistente, célebre si acaso por la Inquisición. No soy nadie aquí, soy un Don Nadie".
En la novela Un andar solitario entre la gente ( para mí, la mejor novela de Muñoz Molina después de su Jinete Polaco) el autor narra como un coleccionista de titulares publicitarios leídos, escuchados en la radio o vistos en la televisión marcan su vida. El personaje recorre las calles de Madrid y de Nueva York tomando nota de todos los anuncios o mensajes que ve y de camino intercala historias en su novela que podrían ser confesiones del propio autor. 

En Nueva York anotó: "Disfruta de tu Burger King más cercano./ Hola, soy una chica ciega tengo veintinueve años y no tengo trabajo./ Jesús tiene sed de tí".
En Madrid el personaje pudo anotar en su libreta: "Viaja a otros mundos sin moverte del sofá./ Aprende a leer tu cuerpo/. ¿Qué hay detrás de una taza de café?"

En esta última novela "Tus pasos en la escalera" Muñoz Molina vuelve a mostrarnos su pasión-odio por la ciudad de Nueva York que solapa a la nueva residencia de su personaje, Lisboa. 
"Estábamos en Nueva York y ahora vamos a esta en Lisboa. Estoy yo, por de pronto. Aprovecho el tiempo para tenerlo todo listo cuando llegue Cecilia. Sobre nuestro apartamento de Lisboa vuelan los aviones y se oye el ruido de sus motores. En el estudio que preparé a Cecilia este ruido se amortigua.
En Nueva York volaban sobre el río y a la altura del puente Geoge Washington giraban hacia el este rumbo al aeropuerto La Guardia. Sin embargo en Lisboa los aviones vuelan tan bajo que puedo distinguir las luces de las ventanillas"

"No necesito aire acondicionado en el apartamento de Lisboa. Los muros de la casa son recios, los techos altos. Mi perrita Luria respira con la lengua fuera a mi lado. Le di un paseo por la mañana temprano y no la volveré a sacar hasta que sea de noche. Tengo los víveres necesarios y no me hará falta salir por nada a la calle. Espero a Cecilia que llegará desde Nueva York en unos días"

"Preparo la casa al gusto de Cecilia. Ella prefiere la penumbra a la claridad excesiva de la luz. Preparo la mesa para dos, por si llega esta noche"

"Recuerdo cuando una vez me dijo Cecilia: Tu crees que si te callas las cosas dejan de existir. Me oyes y no dices nada. Me decías que ibas a tus sesiones de terapia y yo te veía luego sentado taciturno en el parque. No, nunca iré contigo a Lisboa, me quedo en Nueva York. No te hagas ilusiones"    

jueves, 25 de abril de 2019

Siempre hubo una primera vez

La primera vez que...

Es hermoso cuando se tiene la mente clara y cuando la memoria aún no falla poder recordar el pasado de cada cual, pero la parte buena. Nunca hay que revolcarse en el cieno de nuestros fracasos o malas vivencias.

Todavía recuerdo con claridad meridiana cuando subí por primera vez a un tren, a un auténtico tren arrastrado por una locomotora a vapor. Según me contó mi padre, que es la versión que retengo  mejor chisporroteando en mis neuronas, yo aún no había cumplido  los cinco años de edad cuando él decidió llevarme a Rota para mostrarme a sus amigos. Era un domingo de verano y recuerdo que antes de partir, él me aupó a la locomotora donde el maquinista me mostró ese monstruo metálico y el horno ardiente. Yo me asusté pero más de la cara ennegrecida por el carbón del maquinista que del artilugio. Cuando el tren se puso en marcha sentí una enorme emoción y en las primera claridad de la mañana aún se divisaban unas luces de colores a la derecha del convoy, sobre el mar, y que confundí con las luces de una feria. No, me explicó mi padre, son las boyas de señalización de la entrada de la canal del río.

Mi vena viajera se activó, creo, en aquel temprano viaje. Siendo ya un joven adulto de 22 años de edad mi eterna curiosidad hizo que deseara volar en un avión. Nada corriente en el año 1965, aquello era un lujo para ejecutivos y gente adinerada. Lo normal era viajar en tren. Era semana santa y saqué un billete Madrid-Sevilla. Cuando me vi sentado en aquel vetusto DC-3 de Aviaco y noté las vibraciones producidas por sus dos motores de hélices sentí una sensación tan especial que quedé transido. "Se puede desabrochar el cinturón y fumar." - indicó una cartel que parpadeaba.  Saqué un cigarrillo Camel de una pitillera de chapa dorada que imitaba malamente oro y con un encendedor Dupont lo encendí  exhalando el humo despacio, con deleite, incluso con regocijo. Me sentía un dios menor.

Una vez que salimos del cine Coliseo un amigo y yo; mi amigo tenía muchas tablas viviendo en Madrid ya que llevaba en la capital dos cursos mientras que yo acababa casi de llegar.
 Me invitó a comer un hot-dog (una palabra americana mágica llena de modernidad). Supe que aquello era una salchicha caliente metido en un pan especial. Cuando el chico que me atendía me dijo si quería ketchup quedé pillado. No sabía lo que era. Mi amigo me dijo al oído que era una especie de salsa hecha de tomate y azúcar. Me dio asco pero dije que sí y también, por indicación de mi amigo, me puso mostaza. Dos productos que nunca había probado.

Siempre fui algo dandy. En Preciados vi una camisa en un escaparate que era de seda natural, color crudo, preciosa y extremadamente cara. La compré y la estrené en un viaje que hice a Valladolid para una boda,  era casi verano y sin aire acondicionado en el tren, sudé como un pollo. La camisa de seda no transpira y si lo hace es muy poco. Para colmo llevaba puesta una chaqueta blazier que abrigaba una barbaridad. Aquel tormento duró hasta que bajé en la estación y noté como una segunda piel estaba adherida a mi cuerpo.  Cuando volví a Madrid y me duché noté  sarpullidos en el cuello y en las axilas por culpa de la camisa de seda natural. 

Siempre hubo una primera vez para todo. Así se aprende, cuando Newton vio caer la manzana fue la primera vez que se dio cuenta de la gravedad. Otra primera vez que recuerdo es cuando fumé un cigarrillo, a mis siete años de edad, que ardía en un cenicero mientras que mi padre atendía a un cliente. Lo cogí a escondida y remedando a los mayores pegué una calada que me hizo toser.  Mi padre me quitó el cigarro y me dio un azote en el culo para que espabilara. 

Así es la vida, todavía hay cosas que hacemos, consciente o inconscientemente, como si fuera la primera vez. Y nos quedamos tan panchos. 

Cine de Ayer

Asignatura pendiente  (1977)

Director: José Luis Garci

Todo cinéfilo suele ser un admirador incondicional del cine de Garci porque es un cine reposado, inteligente, sensible y técnicamente perfecto. 

Hay que considerar la fecha de Asignatura pendiente, apenas unos años tras la muerte del dictador, una época donde aún vivíamos encorsetados por leyes severas e inhumanas. Todas las personas que vivieron su juventud en las décadas de los años 60 padecieron un constreñimiento de sus valores individuales y de sus libertades. El sexo era el gran tabú de entonces, mucho más que la libertad de expresión. 
Una pareja normal, hombre-mujer, no podía alojarse en un hotel si no estaban casados ni menos aún meter una mujer en tu pensión o hostal. Lo primero que decían los patronos era que las visitas de mujeres a tu habitación estaban prohibidas. 
Por aquella época lo normal era que una chica se tenía que hacer novio de un chico para permitirle ciertas libertades, pero siempre de la cintura para arriba. Lo "otro" estaba reservado para el matrimonio, aunque a veces se rompía esta norma. 

En el film se narra como un hombre encuentra, por casualidad, a una mujer que fue en la adolescencia su novia. "Solo te di un beso en la mejilla y me dijiste que era pecado y tenía que confesarte" Le dice él a ella en una charla informal, tras saludarse efusivamente. Ambos están casados y aburridos de sus parejas. El papel de ella está interpretada por la hermosa actriz Fiorella Faltoyano y él por uno de nuestros mejores actores José Sacristán.
Se hacen amantes y alquilan un piso franco o picadero en un barrio obrero de la periferia de Madrid donde dos veces a la semana buscan tiempo, siempre por las mañanas, para hacer el amor como auténticos adolescentes. ¿Por qué entonces se fumaba después del coito?
 Dice él a ella, al encender un pitillo tras sus ejercicios sexuales: "Nos han robado tantas cosas, las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos, los libros que debimos leer, las cosas que debíamos hacer, que se yo, pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar..." Aquella asignatura pendiente, que no se ahora, pero que antes en el bachillerato, en nuestra hermosa adolescencia, se debía de aprobar después de haber pasado un curso. Como en nuestro caso y que ahora debíamos aprobar (¿probar?), tras casi veinte años de espera.

Total que la relación es intensa al principio y como siempre pasa,  la pasión se va enfriando poco a poco hasta que la amante se convierte en una especie de segunda esposa quedando segundona en la relación de su amado después de los negocios y sus asuntos privados. 

La banda sonora es preciosa, son canciones de los sesenta bien encajadas con las escenas correspondientes.
Al final de la película salen unos párrafos en la pantalla que dicen: "Asignatura pendiente es un recuerdo para nosotros, que hemos ido llegando tarde a todo: a la infancia, a la adolescencia, al sexo, al amor, a la política... A nosotros que vivimos inmerso en José Mallorquí y su serie radiofónica Dos hombres buenos, y Roberto Alcázar y Pedrín y a ese quiosquero  que partía los chicles Bazooka con un cuchillo para venderlos a trozos a los niños. A nosotros que aún recordamos a Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa..."
 ¡Qué tiempo perdido!.

Mayo 3