martes, 27 de agosto de 2019

Un cuento para el Otoño

Un cuento para el Otoño

La Bofetada

Jacinto tenía prisa aquella mañana. Madrugó para estar en la fila  de vecinos entre los primeros. Cuando llegó a la portería del edificio de pisos La Alondra ya había cinco residentes. El Funcionario Estatal aún no había llegado. Llegó sofocado, había mucho tráfico, se excusó. Se quitó la americana, se remangó la manga del brazo derecho y dijo: El primero; no sin antes saludar cortesmente: Buenos días don Andrés, ¿que tal ha dormido usted esta noche? -Regular, tengo muchos problemas en la empresa.
- Por favor ponga usted esa mejilla en posición.  ¡Zas! una sonora bofetada resonó en la portería. 
-Gracias, dijo el Funcionario, hasta mañana si Dios quiere. Hasta mañana, contestó el abofeteado acariciándose la mejilla enrojecida.

Jacinto esperaba su turno, miraba el reló con ansiedad. Un chico muy joven se situó tras él . Se le veía nervioso.  Tu eres nuevo aquí. Sí, yo soy el hijo de la viuda de Pómez y como acabo de cumplir los 18 años de edad ocupo el lugar de mi madre, que ya no está para estas zostias mañaneras.
-Te habrás traído la partida de nacimiento. Este Funcionario es muy estricto, te la exigirá
-Sí señor, aquí la tengo. Estoy algo asustado y no se si estaré a la altura de todos ustedes, tan experimentados en recibir las bofetadas diarias.

Se retrasó la marcha. Algo pasó con el vecino del 5ºC que se encontraba dos puestos por delante de Jacinto, un vecino de aspecto enclenque y desnutrido que al recibir la bofetada cayó al suelo desmayado. 
-Mira que se lo tengo dicho -protestó con benevolencia el Funcionario- que no baje sin desayunar que así no aguanta ni media zostia, perdón, quise decir bofetada. ¡Ea, pues a la cola otra vez y que se recupere pronto! Tiene que recibir otra bofetada y esperemos que no se caiga esta vez.

En la cola vecinal, el chico nervioso le preguntó a Jacinto que desde cuando era esta norma de recibir todo vecino de cada edificio, de cada ciudad, de todo el país una sonora bofetada cada mañana. 
-Tú no había nacido aún -contestó Jacinto- desde el año 2000 Fue una sabia decisión de nuestro querido Líder para hacernos reflexionar que no somos nadie fuera de su tutela. 
-¿Y por qué la gente no se rebela?
-¿Por qué, para qué, por recibir una bofetada de aviso?
-Pues yo la considero humillante y vejatoria. 
-Vosotros los jóvenes siempre estáis protestando. Hay que aceptar la autoridad incuestionable de nuestro Líder.

-¡Hombre chaval!- dijo jovialmente el Funcionario cuando le tocó el turno al joven primerizo. Muéstrame la partida de nacimiento. Correcto. Te haré todo un hombre. Quítate las gafas y relaja la cara.
Una sonora bofetada templó la cara del joven.
-¿Te ha dolido? Preguntó el funcionario mientras que le entregaba las gafas. ¿Se te quitó las posibles tonturas que hoy te podrían haber afectado?
-Sí señor. Siento un alivio tremendo, sin culpa ni remordimiento de nada. Creo que esto me va a gustar a medida que me vaya a costumbrando.
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