viernes, 27 de marzo de 2015

F 2


CINE DE AYER

Gritos y susurros (1972)

Director: Ingmar Bergman

Es curioso pero las mujeres son las protagonistas de esta película a pesar de que también aparecen algunos hombres.
Tres hermanas y una sirvienta son el centro del guión. Una de ellas está al borde de la muerte a causa de un cáncer. Otra hermana es fría y hostil y odia a su marido a rabiar. La otra hermana es frívola y le pone los cuernos al marido, cosa que a ella le divierte. La sirvienta es leal y buena persona además de ser la amante lesbiana de la moribunda.
El sesudo director Bergman nos dice como casi todo el mundo tiene miedo a la muerte pero aún más al dolor, al sufrimiento y nos muestra en este excelente film lo efímera que es la vida, la hipocresía familiar, la ausencia de Dios (la gran obsesión de I.B.) y la soledad que padecemos pese a estar rodeados de gentes. 

Este film ganó un Oscar por al fotografía. Recordemos que estamos hablando de una película que se realizó hace 43 años y que rompió moldes con ese color rojo que todo lo envuelve: las cortinas, los trajes, el ambiente, los fundidos... un rojo que evoca la sangre y la espiritualidad del momento. la agonía lenta y terriblemente dolorosa de Agnes que despierta de un sueño artificial dando alaridos de dolor. 
Es genial la escena donde Karin, una de las hermanas, que para no hacer el amor con su odiado marido rompe una copa de vidrio y se mete algunos trozos en la vagina. Estremecedora.

Las actrices suecas Ingrid Thulin y Liv Ullman pueden ser consideradas, al menos en esta película, como los arquetipos del cine de interpretación, muy alejado de los éxitos actuales de taquilla con sobredosis de efectos especiales rayanos a los videos juegos.

Sin embargo Bergman nos enseña con "Gritos y susurros" que todos estamos hecho de impulsos pasionales, de miedos, de contradicciones, de hipocresías, de intereses, de intemporalidades, de caos... aunque todos nos engañamos (desde el ser más humilde, zarapastroso e ignaro al hombre más prepotente) y nos creamos una ficticia sensación de seguridad inventando una sensación de racionalidad, de normalidad, de autocontrol porque es lo que esperan toda esa gente que nos rodea. 

Gritos y susurros, (Viskningen och rop), desmonta toda esa falacia vital que nos envuelve para intentar  sobrevivir en un juego de mal gusta que otros llaman existencia.