lunes, 27 de noviembre de 2017

El doctor. Un cuento de Navidad

El doctor. Un cuento de Navidad

(Publicado en el diario Ideal, Almería el 24 de diciembre de 2005)

Siempre me costó trabajo comprender la personalidad del doctor, era un hombre extremadamente reservado y callado. La gente decía de él que poseía poderes sobrenaturales. Cosa que nunca creí ya que mi alma pragmática se encontraba encallecida a mis sesenta años de edad y se había hecho refractaria a todas las entelequias y dogmas que esperan asaltarnos en cualquier momento de debilidad mental.
Pero aquellas Navidades abrieron una ventana de credulidad en mi sordidez del alma cuando pregunté a mi hija que tipo de regalo le gustaría que yo le hiciese a su hijo, mi nieto Luisito, enfermo de un extraño mal y desahuciado por los médicos desde hacía dos años; un mal que lo iba consumiendo lentamente y apagando, una a una, las velas de sus siete añitos. Mi hija me suplicó que el mejor regalo para el niño sería poder llevar el "doctor" a casa para que diera su diagnóstico. La desanimé diciéndole que el susodicho doctor era en realidad un curandero semianalfabeto que estaba encerrado en el centro penitenciario desde hacía más de cuatro lustros.

(Como este relato es un resumen del cuento que escribí para el periódico continúo saltando algunos párrafos)

Cuando el doctor entró en la habitación donde estaba mi nieto acostado, mi hija y yo nos situamos, en silencio, a los pies de la cama. El doctor miró al niño y luego paseó sus ojos por el cuarto, se agachó y palpó el suelo con las palmas de sus manos, se levantó y tocó las cuatro paredes. Volvió junto al lecho y se quedó fijamente mirando al niño enfermo. Dio unos pasos hasta acercarse a mi hija y le susurró que aquella habitación emitía mucha energía negativa, que sacara el niño al salón. Tendimos al niño sobre un sofá. El doctor puso su mano derecha sobre la frente del niño y la mano izquierda sobre su propia frente al mismo tiempo que miraba intensamente a Luisito que en ese momento abrió sus párpados y le sonrió con tristeza.
El doctor se separó del niño y nos dijo que ya estaba sanado, que dentro de unos días notaríamos una mejoría sensible.
Nunca supe lo que hizo el doctor aquel día. Ahora, un año después de la sesión, mi nieto se encuentra totalmente restablecido, asiste al colegio y juega con sus amigos.
Mañana será Navidad y los internos de la cárcel tendrán su propia fiesta, pero ¿qué podré regalarle al doctor?

sábado, 25 de noviembre de 2017

Un libro de mi biblioteca

Un mundo feliz

Autor: Aldous Huxley

¿Se puede obligar a una persona a ser feliz? Jamás, pues lo que es motivo de felicidad para una persona para otra no lo es. 
Un caballo que da vuelta alrededor del eje de un molino de trigo a cambio de comida y techo puede ser más feliz que ese caballo que vive y galopa por la pradera libremente.
Aldous H. nos hace ver que a la larga la humanidad será tan aséptica, estará tan vacía y llegará a ser tan anodina que todos los seres humanos parecerán robot-humanos. No tendrán criterio ni capacidad crítica ya que caerán bajo el influjo del Poder, de los poderes, del Estado.
El pueblo estará dividido en clases sociales, pero más definidas que en la actualidad. Los ciudadanos pertenecientes al grupo alfa (la élite) estarán en la cúspide, seguidos por beta, gamma, delta y epsilon, que son los más parias, los que llamarán hombres/mujeres basura. Cada cual, dentro de su clase social, tendrá que ser feliz según las ideas que le haya inculcado el Poder, los gobernantes, en definitiva el Estado.
La familia, según la novela, es la causa de mucha perdición. Lo obligado es no tener hijo en la pareja, ya los tendrán las mujeres reproductoras en sus granjas de niños. Las palabras padre, hijo, familia, hermano, serán las más obscenas del vocabulario.
Por desgracia, según el autor, en toda regla hay excepciones, a pesar del celo del Gobierno para que sus súbitos sean felices habrá gente descontenta y ácrata que no se sometan al Estado y harán vida de animales, se aparearan, se amaran y tendrán hijos de una forma natural, animalesca. Esta gente, afortunadamente, vivirán en la selva, en el bosque, muy lejos de la civilización.
Toda sociedad ha de tener una evasión para esto se creó el Soma, una droga que idiotiza y te hace sentir bien, es una droga sintética despersonalizadora y que no afecta a la eficiencia en el trabajo, es más, te hace obedecer con alegría las órdenes de tus jefes.
A pesar que esta novela fue escrita en la década de los años 30 del pasado siglo se puede leer con una mentalidad del siglo XXI.
Copio algo del texto: "Habrá mujeres solteras o emparejadas sin hijos que ocupen puestos ejecutivos y muy especializados en la sociedad; habrá mujeres reproductoras que su única misión es producir hijos que se criarán en granjas estatales y también habrá mujeres neumáticas, hermosas y mollares para el goce de los alfa que lo deseen" 
Sin comentarios.