domingo, 27 de diciembre de 2020

Un libro de mi biblioteca

Los inadaptados (Una novela del Ciclo de Rodalquilar)

Autora: Carmen de Burgos (Colombine)


"La tranquilidad del valle de Rodalquilar se vio alterada por el naufragio del buque "Valencia" en 1892 a causa de un gran temporal frente a la costa. El vapor tocaba la sirena desesperadamente cuando encalló sobre las cortantes rocas. Entonces los hombres y las mujeres del lugar bajaron a la playa desde sus viviendas. La costumbre de dormir sin despojarse de más prendas que la faja de estambre, el chaquetón de paño y las esparteñas, les permitían estar listos en pocos momentos. Tras los hombres bajaron las mujeres, descalzos los pies, mal sujetos los amarillos y rojos refajos de bayeta, apretados alrededor de las cabezas los pañuelos de grueso percal. Muchas llevaban, ocultas entre el oscuro abrigo, unos muchachuelos de morros sucios y ojos asustados.

Rodalquilar forma un semicírculo de tierra labrada y verdeante, con algo de apariencia de anfiteatro. Las rojizas montañas alzan sus muros como si quisieran abrigarlo y defenderlo de la vulgaridad de la vida civilizada.


Las bodas de Rodalquilar se ajustaban siempre para fin de verano, cuando la venta de granos o esparto traen la abundancia a las casas. Los novios antes de casarse tenían que aprender de memoria el Credo, los Artículos de la Fe y la Bienaventuranza, si no, el cura no los casaba. Para esta tarea contrataban a una rezadora, una mujer que les hacía repetir estas oraciones. A veces los novios eran muy brutos y no le entraban los rezos en la mollera, de modo que el novio robaba a la novia y se casaban por otro método.

Por aquella zona, aparte de la agricultura y la ganadería de cabras había hombres que se dedicaban al contrabando, todos ellos protegidos por don Luis, uno de los tres caciques del lugar.

La gente  bajó a la playa para esperar que el vapor varado se partiera en dos para ver que salía de la bodega a la playa. El Valencia, a pesar del nombre era inglés, llevaba una carga de naranjas a Inglaterra. 

Al día siguiente, todo el pueblo fue en romería a la costa para ver el estado del buque. Todavía no se había hundido. Las gentes se sentaron, cara a la playa, y sacaron sus meriendas. Cuando aparecieron las primeras naranjas flotando sobre el mar y contemplaron como las olas las arrojaban a la playa brotaron gritos de alborozo y de carcajadas nerviosas. Se las comían allí, a pesar de la oposición de la guardia civil que no tuvieron más remedio que permitir que recogieran todas las naranjas que quisieran para llevarlas a casa.

Los marineros ingleses, todavía a bordo del vapor, no se atrevían bajar a tierra asustados de la algarabía que los hombres, mujeres y niños armaban y quizá recordando un hecho que sucedió por aquellas costas cincuenta años antes cuando naufragó otro buque inglés y los habitantes, no de Rodalquilar sino de otro lugar, asaltaron la nave varada y cortaron todas las orejas que llevaban pendientes de oro y los dedos con anillos de los ahogado que el mar arrojó a la costa o encontraron entre las rocas.

Tras el naufragio del Valencia no se habló en Rodalquilar más que de este suceso. 

Días después la vida siguió su curso. Dolores, la hermosa  esposa de un lugareño acusado de contrabando fue a ver al cacique, a don Manuel, para que intercediera por su esposo que estaba en la cárcel.

 ¿Quieres la libertad de tu esposo? Todo depende de tí -dijo el cacique tomando por la cintura a la atribulada mujer. Ella cerró los ojos y permitió que el cacique  la tumbara sobre la alfombra e hiciera con ella lo que quisiera. Quedó preñada de aquel encuentro mientras que Víctor, su marido, permanecía en la cárcel. 

Dolores tuvo un niño muy diferente a los del valle. Era muy blanquito y delicado, rubito de ojos azules. Las vecinas la criticaban y también la envidiaban porque había conseguido que  la familia del cacique bautizaran al nene en Níjar  y lo apadrinaran  además de que regalaran al matrimonio el arrendamiento de la mejor finca de Rodalquilar."

Esta novela, más costumbrista que naturalista, se desarrolla después como un folletín de la época. Dolores y su marido prosperan, se hicieron ricos con los beneficios que obtuvieron de la enorme finca. Víctor era feliz pero ella no, se sentía deprimida por el recuerdo de la violación y...


  

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