sábado, 26 de septiembre de 2020

Un libro de ni Biblioteca

 Juan Van Halen (Pío Baroja)


A pesar del nombre, Juan Van Halen era un andaluz descendiente de un comerciante de Flandes afincado en Cádiz desde finales del siglo XVIII. El nombre completo era don Juan Van Halen-Sarti-Murfy y Castañeda llevando en su sangre anglo-germana-italo-andaluza toda la energía necesaria para vivir una vida trepidante en pleno siglo XIX.


Van Halen escribió sus memorias. Nació en San Fernando en 1778 ingresando como guardia marino en 1803. Estando en Madrid le sorprendió el 2 de mayo de 1808 y ayudó a sublevar a las masas contra el francés, recibiendo una heridas en el hombro. Después tuvo que huir a El Ferrol  donde fue detenido por la gente del mariscal Soult. Con el tiempo, a su regreso a Madrid, se hizo bonapartista y también masón. La Inquisición lo apresó por esto último y desde allí pasó a los calabozos del castillo de Marbella y más tarde a los de Málaga. Su amigo el conde de Montijo lo salvó  de una muerte segura pero siguió preso de la Inquisición por masón. Estando preso, la mujer que le limpiaba la celda, una tal Ramona, le ayudó a escapar. Sus colegas masones le ayudaron a salir de España. Van Halen y un amigo, disfrazados de comerciantes, tras multitudes aventuras cruzaron los Pirineos.  Desde Francia navegó a Inglaterra y tras un corto tiempo decidió ir a Rusia para emplearse como militar.

Van Halen cuenta en sus memorias que fue una vez invitado al teatro en Riga y se asombró al ver como las mujeres que había en los palcos sacaban labores de unos bolsos y hacían calcetas mientras que veían la representación teatral.  En Livonia, cuenta Van Halen, sus habitantes eran considerados los seres más estúpidos del imperio ruso porque cuando el zar Alejandro quiso dar la libertad a los siervos estos se sublevaron porque querían vivir como esclavos antes de tener que vivir por su cuenta.


Van Halen entró al servicio del zar. Viajando con un grupo de soldados desde Petersburgo a Nijni Novagord se encontró con chechenios en el Cáucaso afirmando que todos eran bandidos, muy primitivos y feos de cara; pequeños de talla y solo eran felices si podían comer un pan mal cocido, un trozo de carne sangrienta y beber varios vasos de un fuerte aguardiente. Solían usar un machete que llamaban kinchad, muy afilado y envenenado.

Van Halen comandó un destacamento de caballería rusa para luchar contra los turcos. 

Cuando Van Halen recibió una carta de su padre diciendo que Fernando VII había suprimido la Inquisición y que perdonaba a todos los presos políticos, Van Halen volvió a España tras pasar por numerosas aventuras. 

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