miércoles, 26 de febrero de 2020

Esa pobreza disimulada

Esa pobreza disimulada

Escuchando la radio me enteré de la cantidad de hombres y mujeres con titulaciones universitarias y varios masters que realizan trabajos muy por debajo de su preparación académica ganando salarios bajísimos. Decían en el programa radiofónico que abundaban estos ejemplos de subempleados incluso que algunos de ellos  se sentían unos privilegiados cuando le hacían un contrato, trabajando más o menos para lo que estudiaron aunque el salario estuviera por debajo de los 1.000 euros mensuales.
 Sacaron el ejemplo de una mujer licenciada en ingeniería naval que trabajaba en Madrid por 1.100 euros 
¿Qué quería esta titulada, encontrar un trabajo de  ingeniera naval a 500 kilómetros de los astilleros más cercanos?- pensé.
 Otro ejemplo: entrevistaron a un investigador científico, que había perfeccionado sus conocimientos en USA y que ganaba en un laboratorio de Madrid 14.500 euros al año con un contrato firmado  por cuatro años, y este hombre,  ¡pobretico!  tan contento; se sentía incluso un privilegiado con ese salario de hambre.

Lo peor de la pobreza es que uno se acostumbra rápidamente a ella e incluso ni se da cuenta que ya  es un pobre. Un pobre en la Unión Europea no es solo la persona sin techo que duerme sobre cartones sino personas preparadas profesionalemte, de apariencia normal pero que vive por debajo de un salario de al menos tres mil euros mensuales. 

La pobreza disimulada en España se genera, en primer lugar por la falta de suficientes de ingresos económicos y  a un disimulo de la calamidad en la que se vive, por aparentar un éxito inexistente o por un miedo atroz de sufrir una discriminación, al perder el trabajo y a su pasada calidad de vida o por trabajar en algo espurio. Todo lo dicho anteriormente resalta sin duda su fracaso social y profesional.

Una parte de estos pobres disimulados que tienen la suerte de tener padres con posibilidades económicas son ayudados económicamente por estos, casi a escondida, para poder aparentar una posición económica que en realidad no tienen. Es el famoso pundonor o amor propio de los españoles de bien. Hay gentes que ganan una miseria pero los padres les pagan el alquiler o incluso les compra una vivienda y además les pagan los gastos propios de esta, entonces el hijo o la hija aparenta, con su bajo salario, vivir con cierto"lustre". Otros hijos o hijas ni trabajan ni desean o pueden hacerlo y están, a sus 40 años de edad preparando unas oposiciones para justificar su inanidad o su pobreza. 

La pobreza de la mayoría de los jubilados es más difusas que las de las personas jóvenes profesionales o no, en edad de trabajar. Pues estos, los jubilados, al no tener muchos gastos y teniendo viviendas propias,  pueden disimular con cierta elegancia su escasez económica.

Siempre hubo pobres en España (en los países más ricos de Europa también hay pobres, son los llamados automarginados).
 En España tanto los pobres de solemnidad como los pobres vergonzantes, que son los que disimulan su pobreza, pretenden siempre aparentar una economía saneada como nos ilustra Cela en su novela San Camilo 1936. Por su parte Candell escribió un libro en 1989 que tituló La Nueva Pobreza:  "Esas gentes marginales por efecto de la actual coyuntura socioeconómica. Tenemos una pobreza que ha aumentado en 1989 aunque se ha diluido en esta sociedad rabiosamente competitiva"

No es ningún tópico, la sociedad capitalista engendra pobreza para tener a su disposición una gran masa de individuos dispuesta a alquilarse a cualquier precio para hacer crecer esas inmensas fortunas que nos apabulla . Creced y multiplicaos, dicen los oligarcas y sus vasallos los políticos a la masa obrera. Crece tú, mamón explotador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario