martes, 24 de abril de 2018

Un libro de mi biblioteca

La Noria

Autor: Luis Romero

Desde hacía tiempo buscaba esta novela para completar el apartado de "prosa española" de mi biblioteca. Tenía interés, incluso intenté buscarlo a través de Internet (nunca compro por este sistema); también lo busqué en las librerías de lance en Granada. Estaba descatalogado y agotado por doquier. En una Feria del Libro granadina de hace un par de años, rebuscando y husmeando lo hallé. La Noria (1951) editado por el Círculo de Lectores, año 1971.

En la década de los años 50 del siglo XX hubo un afloramiento en el campo de la prosa española de un realismo social, tímido porque vivíamos en plena dictadura. Los escritores, algunos de ellos, se la jugaban con la censura. Se puso de moda la novela directa, casi contestataria, destacando autores como Luis Martín Santos, Ignacio Aldecoa, Cela, Delibes, Sánchez Ferlosio, Luis Romero, Torrente Ballester, Martín Gaite, Goytisolo, Marsé y Benet. Todos eran valientes y algunos incluso escribieron buenas novelas.

La Noria es una novela circular o más bien secuencial. Comienza con una acción cotidiana, como es la recogida de una prostituta por  un taxi y con esta genial composición. Se cuenta un momento de la vida de la prostituta, después se narra otro momento de la vida del taxista, más tarde, cuando éste llega a casa, se cuenta algo de su esposa y así sucesivamente.

"Empieza a amanecer. A poca velocidad, por una calle de las que van al centro de la ciudad, marcha un taxi. Dorita mira por la ventanilla, y el calor de esa claridad que nace penetra en su alma pequeña a través de sus ojos cansados.
El taxi sube por la calle de Balmes, el día ha sido proclamado oficialmente. Se abren las persianas, las lecherías, y una portera madrugadora empieza a barrer la acera. Dorita desea llegar a casa. Dorita tiene veintitrés años y unas piernas hermosísimas, unas piernas verdaderamente extraordinarias. Las cosas buenas se pagan; ella cobra quinientas pesetas por un rato"

"El taxi dejó a Dorita y de vuelta, sin viajero alguno, para frente a un bar. El conductor se llama Manuel Fontdevila. Está cansado de trabajar toda la noche. Manuel tras beber un anís busca un cigarrillo Camel, obsequio de un cliente que ha llevado al Bar Sanlúcar de la Rambla.
Manuel Fontdevila, cansado, arrastrando los pies entra en su domicilio. Del dormitorio sale unos ronquidos acompasados. Huele a cuarto cerrado y a cuerpo humano. Su mujer duerme bajo la sábana. Lola es perezosa ya que aún no se ha levantado. Por fin se levanta; tiene que ir al trabajo"

"El tranvía llega bastante lleno y Lola se queda en la plataforma para evitar refregones indeseables. Lola va todos los domingos  a bailar, sin saberlo el marido, al Metropolitan. Allí conoció a Bernardo, un chico encantador. Lola es dependienta de una librería y cuando no hay clientes ella lee lo que puede, Maugham, Steinbeck, Grahan Green..."

"Don Alvaro entra en la librería. Ve que la dependienta se aúpa para colocar un libro. Don Alvaro piensa mientras que se fija en las piernas de Lola. "Pero es tonta ¡lástima de piernas! No sirve un cuerpo hermoso sin inteligencia. Ella es un maniquí cálido; nada más"


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