sábado, 28 de abril de 2018

El Editorial del Blog

Elogio a la mediocridad

Un español medianamente ilustrado se dará cuenta que, por lo general, se favorece más en nuestro país al mediocre que al inteligente.
La mediocridad casi siempre va asociada a la estupidez. Tanto en la alta política como en las empresas una parte de sus cuadros son rematadamente estúpidos que acatan y repiten consignas y órdenes porque a la dirección general o  al consejos de administración le conviene  que sean unos bobos para sus propios intereses. Debemos aclarar que en las empresas privadas el mediocre es poco utilizado porque a la larga cuesta dinero, no así en la empresa pública o entre la clase política, ya que el dinero aquí no importa. Es del contribuyente. 
Otro lugar donde los mediocres abundan es en el mundo del espectáculo, del show-business. Existe una caterva de estúpidos sin gracia ni valor, ni menos aún sin talento, que por ser hijos o parientes cercanos a ciertos personajes conocidos, viven o malviven parasiteando  a costa de ese parentesco. En España hay demasiados supuestos artistas.
Ese deseo de nuestros dirigentes, a nivel nacional, regional y local de igualarnos sin seleccionar previamente los aptos de los no aptos es un craso error para el buen funcionamiento de la vida colectiva. La mediocridad prevalece ante la excelencia. No todo vale si todo va mal. Nunca mezclar tirios con troyanos ni aceite con agua, decía Séneca, el  personaje sabiondo de Pemán.
No hay que quemarse las pestañas buscando ejemplos de mediocridad en todos los campos de la cultura y de los negocios. Esos festivales de cine que emergen como esporas por toda España cuando sabemos que el único con cierto prestigio internacional es el de San Sebastián. Esos premios de literatura o de pintura que promueven ni se sabe quien y que desprestigian más que prestigian a los autores. 
Nuestro sistema educativo es un caso aparte. Niños atrasados y dispersos mezclados con niños brillantes y estudiosos. Chicos conflictivos obligados a estudiar un segundo ciclo, antiguo bachiller, cuando estos mediocres lo que origina es un freno al  funcionamiento del instituto. 
De la universidad es mejor no hablar, se expenden títulos o grados como churros en feria. Y lo peor de todo es que un chico o una chica titulado en no se qué  es incapaz de trabajar, si hubiere trabajo, en una tienda o en una pizzería porque dicen que ellos son "universitarios" y no obreros. Mediocres hasta para ganarse la vida.
Se que existen porque lo veo anunciado en la televisión, nos referimos a esos horribles concursos para confusos mentales sobre cocina y que pretenden hacernos ver un virtuosismo superior en un marmitón que al de un violinista o aquel otro concurso de  costura o esa concentración de zotes en una isla o en una casa para ver qué es lo que hacen en su tedio. Todo mediocre, todo muy bajuno, todo demasiado populesco.
Las personas cultas e inteligentes son difíciles de domesticar pero a los estúpidos, a los cretinos y a los mediocres se les lleva al huerto de la gilipotez cada vez que al Poder le interesa. 

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