miércoles, 27 de junio de 2018

Un libro de mi biblioteca

La bodega (Vicente Blasco Ibáñez)

Conocer Andalucía a través de la novela española es más gratificante que hacerlo a través de sesudos y aburridos libros de sociología o etnología.
Blasco Ibáñez es un escritor excepcionalmente claro, observador e inteligente; para mí el mejor escritor de finales del siglo XIX y principios del XX, un escritor que bebe de la literatura del realismo francés, principalmente de Zola. 
En esta novela de La Bodega (1905) el autor denuncia la opresión  y abuso caciquil de una familia de bodegueros jerezanos, los Dupont, y la explotación y esclavitud de los jornaleros.
"Si la Religión ayuda a sostener el orden establecido, también sostiene la propiedad privada. El latifundismo andaluz es el causante del empobrecimiento de la tierra" -dice un personaje de la novela..

"El Círculo Caballista era el Casino más famoso de Jerez, el centro de reunión de la gente rica, el refugio de la juventud que había nacido poseedora de cortijos y bodegas. Allí se hablaba de todo, de caballos, de mujeres y de perros de caza. También había un armario con algunos libros, cuyas vidrieras no se abrían nunca."

"Un antiguo republicano, muy de izquierdas, se transformó totalmente y llegó a ser capataz de la viña de Marchamalos, una de las propiedades de los Dupont. Este capataz empezaba a reconocer que los señoritos no son tan malos como creían los pobres. Ganaba tres pesetas diarias, llevaba la cuenta de los jornales y reclutaba a los jornaleros cuando hacían falta y que vigilaba para que no se hicieran los remolones en el campo. Fermín, el capataz, se sentía muy feliz sirviendo a los amos"

"Fermín conocía a Luis, el hijo del marqués de Dupont, desde que este era un niño. Luis había regresado de su periplo por diferentes universidades intentando conseguir la licenciatura de derecho. ¿Para qué? Era rico y no estudió, eso era para los pobres. Se dedicó al puteo y a la juerga. Cuando volvió a Jerez se hizo cargo, para no aburrirse, de la enorme finca de Marchamalos."

"Los braceros comían tres veces al día, por cuenta del cortijo. Tras dos horas de trabajo, a las ocho de la mañana comían el gazpacho caliente servido en un lebrillo en el suelo. Los hombres usaban sus cucharas de cuerno, las metían en el lebrillo y reculaban a la fila. Al mediodía era el gazpacho frío, con algunas trozos de pan nadando en un caldo de agua-vinagre. Por la noche otro gazpacho caliente. Esta rutina alimentaria de los braceros cambiaba cuando alguna res se moría por enfermedad y era regalada a los jornaleros que la devoraban frita o asada. Entonces todos comían carne, no importaba si estaba infectada."

"Una broma pesada gastó el señorito Luis junto con otros amiguetes de Jerez. Una noche de verano llegó al cortijo e hizo que se levantaran las jornaleras más guapas que estaban durmiendo en la gañanería para montar un juerga. Las muchachas sabían que iban a beber vino del bueno, comer aceitunas y platos de jamón. Sería su desquite de pasar tanta hambre. Una de ella, la más graciosilla, bebió más de la cuenta y fue obligada a bailar semidesnuda en el centro del ruedo del tentadero del cortijo. Cuando se le veía más animada y las risas de los hombres resonaba en las gradas Luis ordenó soltar una vaquilla, que por desgracia la corneó y la mató"

Esta novela me recordó aquella otra de Manuel Barrios titulada Epitafio de un Señorito donde también se narra las bromas pesadas de estos malvados "señoritos" a las jóvenes pobres de la Baja Andalucía  y que caían en sus redes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario