miércoles, 26 de octubre de 2016

Cine de ayer

Un tranvía llamado Deseo (1951)

Director: Elia Kazan
Reparto: Vivien Leigh, Marlo Brando, Kim Hunter y Karl Malden.

Esta película ganó cuatro Oscar: a Vivien Leigh, a Karl Malden, a Kim Hunter y al director de fotografía. Pero no a Marlo Brando en su fabulosa interpretación a pesar que tenía solo 25 años de edad. Así son los premios de caprichosos.

Confieso que esta es la mejor película de interpretación que jamás vi en mi vida de cinéfilo. Y he visto muchas películas, lo aseguro. Si la interpretación de Brando fue sublime la de Vivien Leigh fue magistral, esta representaba a una adulta que aún se creía joven, llena de fantasía y de esperanzas y con una notable esquizofrenia a cuesta.

El film está basado en una obra de teatro de Tennessee William llevada al cine por el maestro Elia Kazan y en un blanco y negro bellísimo, espectacular. Tengo el DVD y veo la película cada vez que me saturo de telefilms insustanciales o de esas horribles películas con efectos especiales. 

El papel tosco y grosero de Marlo Brando que representa a un americano de origen polaco Stanley es de un efecto teatral sublime, al espectador se mete en su personaje, sin esfuerzo, con oficio. La cuñada de este polaco-americano aparece en casa de su hermana en busca de refugio por un desengaño amoroso, según ella, pero en realidad por muchas cosas. La recién llegada fue expulsada del instituto por haber seducido a un alumno. Esta mujer dispersa y algo ida estaba llena de fantasías y de recuerdos de una pasado mejor quedando perpleja por el antro donde vivía su hermana. Era un mínimo apartamento  destartalado y pobre situado en un barrio obrero de una gran ciudad.

Esta escena me recordó aquella otra, de una película más moderna Blue Jasmine donde una millonaria arruinada y viuda de un esposo indecente se refugió en la casa de su hermana, madre soltera de dos hijos incordiosos, cajera de un supermercado y por consiguiente pobre, que la recibe  con cariño pero a pesar de todo a la millonaria empobrecida le cuesta trabajo digerir el  sórdido ambiente y el lugar donde ahora tiene que vivir.
 El choque fue brutal y su condición de paria la hizo enloquecer, hablaba por los codos con cualquier desconocida cuando no hablaba a solas como una cotorra. 

 Volviendo a la película de Kazan, la solterona soñadora Blanche DuBois no llegó comprender a su hermana Stella que era feliz  pese a estar casada con un paleto y vivir en una horrible vecindad. Una excusa fenomenal para que el espectador saboree, en los diálogos, lo que es una sesión de buena interpretación por parte de unos actores incomparables.
Me encanta Blanche DuBois (Vivien leigh) con esa mirada de orate, viviendo en un pasado supuestamente mejor, soñadora, muy femenina y embustera "Yo miento porque la realidad  no me gusta" dice en un diálogo, en otro comenta: "Lo único que es imperdonable es la crueldad deliberada y eso es algo que nunca se podrá esperar de mí"

Cuando por una serie de hechos la salud mental de Blanche flaquea deciden ingresarla en un manicomio. Cuando llega los empleados del centro psiquiátrico a ella le da un ataque de pánico y cae al suelo con convulsiones. Se acerca una enfermera a ponerle la camisa de fuerza y el médico dice que no. En su lugar, el doctor le habla dulcemente, con cortesía, la levanta del suelo, le ofrece el brazo y le llama "señorita" . La cámara enfoca casi en primer plano a Blanche, que con ojos extraviados, mirando a un horizonte que no existía susurró: "Siempre he dependido de la bondad de los desconocidos"



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