miércoles, 1 de enero de 2020

Aquellos internados de la posguerra

Aquellos internados de la posguerra

Desde que leí un libro-denuncia sobre el abuso y maltrato de niños internos en una institución religiosa en Dublin: "Fear of the Collar", de Patrick Touher, quedé impactado por esas barbaridades que algunos hermanos o curas cometían con niños desprotegidos. Desde entonces me pregunté por el terror de ese calvario que para algunos niños y niñas fueron sometidos en aquellos (algunos) nefastos colegios o internados desde la inmediata posguerra española hasta comienzos de la década de los 70 del pasado siglo.
Vaya si se cometieron desaguisados pero el pundonor español evita que se denuncien y pregonen tales atrocidades como en algunos países centro europeos.
 Recuerdo aquella conversación que mantuve una vez con un chico de mi edad, entonces 18 o 19 años, donde me dijo que salir a estudiar a la capital era una liberación para él del internado donde todos los hijos e hijas de las clases más pudientes de los pueblos enviaban a estudiar el bachillerato a la capital de provincia. Me confesó que un compañero de clase, tercero de bachillerato, se volvió loco debido al acoso sexual de un hermano religioso y a las palizas que le propinaban los matones-alumnos de dicho colegio al verlo tan desvalido y cobardón. 

En un internado que había en Bonanza, no muy lejos de Sanlúcar de Barrameda, estalló un escándalo monumental, en plena era  franquista, en un club de pedofilia formado por varios hermanos religiosos y un grupo de atractivos chicos entre los catorce y dieciséis años de edad. Cerraron el colegio, por orden gubernamental, y en todo mi pueblo se supo del escándalo. Al siguiente trimestre reabrieron el internado ya depurado de esos viciosos que conformaban dicho club: adultos y jovencitos.

Viviendo yo en Madrid salí con una chica que me contó que estuvo internada en un colegio religioso de Aragón y que se salió del mismo porque una monja la acosaba sexualmente.
Nada hay bajo el sol que me sorprenda, dijo un filósofo pero los que se quedaron sorprendidos fueron esos españolitos de bien cuando en el año 1910 apareció el libro de Ramón Pérez de Ayala que tituló A.M.D.G. "Ad Majorem Dei Gloriam" denunciando, con esta novela, los abusos de todo tipo que se cometían contra algunos alumnos en determinados colegios de internos.

Los internados de antaño, algunos de ellos, no todos, eran una especie de stalag o centros de internamientos que amén de intentar educar a los niños y a las niñas procedentes del medio rural era un lugar de estancia para hijos/hijas de parejas espurias. Se decía, en mis tiempos, de los señoritos andaluces:  "Los niños a Bonanza (al internado que allí había) y sus queridas a los Remedios" (entonces un barrio alto-burgués  recién construído en Sevilla). 
Debemos aclarar que los internados de antaño estaban clasificados muy parecidos a los hoteles de hoy. Existían buenos y confortables colegios para internos, con calefacción y agua caliente, con comidas decentes, con botiquín asistido por enfermeros y un médico las 24 horas del día e incluso con buenos profesores, religiosos o auxiliares. Paro los que abundaban, por desgracia, eran los internados que parecían cárceles, donde los padres debían llevar los colchones, la ropa de cama y las toallas. Donde la comida era tan escasa que algunos niños enfermaron de raquitismo y tuberculosis.

Cuando en casi todos los pueblos erigieron institutos de enseñanza media se eliminaron estos centros de torturas física y morales. Los pocos que quedan en la actualidad son internados elitistas, muy diferentes a los de antes mencionados. 

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