miércoles, 25 de noviembre de 2020

Cine de Ayer

 La familia (La Famiglia, 1987)

Director: Ettore Scola 


Las familias; la familia nunca fue perfecta. Hay miembros que eleva, esclarece, la fama de la familia, del apellido y hay otros miembros que envilece dicho apellido y a toda su ascendencia.

En esta estupenda película de Ettore Scola se muestra la evolución de una familia italiana desde el año 1906 hasta 1986.

 Un abuelo recuerda en su decrépita y solitaria vejez a su multitudinaria familia, desde cuando el vejete fue bautizado (?) hasta aquella noche de su 80 cumpleaños cuando solo, en el inmenso piso familiar, miga un trozo de pan en un tazón de leche antes de acostarse.

En nuestros tiempos es difícil encontrar aquellas grandes familias que vivían en un mismo hogar, en una casona de pueblo o en un gran piso en la ciudad, donde el entrar y el salir de gente animaba la casa.

 En el enorme piso familiar de la película convivían el matrimonio con sus hijos pequeños, un par de tías solteronas, otro par de adolescentes y una criada. Además, de vez en cuando, se asentaba, por largas temporadas, un familiar o allegado no invitado. La familia actual, la del siglo XXI, es muy escueta e insípida. En la ciudad si los padres trabajan  los hijos, o el hijo único, son cuidados por una panchita o una abuela ágrafa.

Ettore Scola muestra con maestría nuestro temperamento latino (los italianos y los españoles somos más hermanos que primos) con ese grato batiburrillo familiar que hace añorar al abuelo un pasado más humanizado, más cálido, que en los años de viudo y de decrepitud. A pesar de los sucesos naturales que vio en su familia como la seducción del hijo adolescente por una sirvienta, el tío materno sinvergüenza que trapicheaba con las escaseces de la posguerra, la tía moderna con numerosos amantes, las solteronas que veían pecado en todo lo que hacían otros. 

Todo sucedía bajo la batuta y la dirección del Pater Familia. Con una autoridad incuestionable. 

El abuelo está esa noche triste, muy triste, sin recordar que esa misma noche celebrará su cumpleaños en plena soledad, con su tazón de leche. Pero no. Suena el timbre de la puerta y aparece un joven diciendo que es su nieto. Después entra otras personas,  además de sus hijos y sus nueras. Y gente rara que dice ser de la familia.  Todos llegan para celebrar su 80 cumpleaños. 

Tras la cena se habla y se miente de todo. Los triunfadores de la familia pondera sus aciertos y los más torpones o los que no tuvieron suerte mienten como bellacos para demostrar que ellos también son algo en la vida. Es lo que pasa en todas las familias que se reúnen para celebrar algún evento. Todos sus miembros pretenden igualarse a los triunfadores. Algo que divierte al anciano, que  sabe,ve y piensa al mismo tiempo en la falacia generalizada de su familia. 

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