miércoles, 26 de agosto de 2020

¿Europa necesita un César Augusto?

¿Europa necesita un César Augusto?  


Desde siempre fui un estudioso del Imperio Romano, sobre todo del período conocido como Pax Augusta, porque considero que fue la mejor época de Occidente, de la futura "Europa".

La figura de Cayo Julio César Augusto (63 a.C.- 14 d.C.) es sencillamente fascinante. Tuvo sus luces y sus sombras, como todos los seres humanos, pero como legislador de un gran Imperio, de una gran Cultura, de una gran Civilización nadie en la Historia del Mundo Occidental lo superó.

Antes de la "llegada" de Augusto al poder el Imperio y todas sus Provincias estaban mal administradas. Las costumbres y los modos de vida de sus habitantes habían degenerados moralmente hasta lo inimaginable. El respeto y el amor a las tradiciones y a la historia se habían olvidado. 

Augusto en el poder lo primero que hizo fue limpiar el senado de parásitos, de los 900 que había lo redujo a 600, dejando entrar a una clase media en detrimento de los de siempre, los acaudalados patricios.

Augusto se sorprendió de la inmoralidad del pueblo llano, del "todo es lícito, todo vale, todos el mundo lo hace" y para empezar y dar ejemplo desterró a su lasciva y ninfómana hija Julia a una isla y al inteligente y libertino Ovidio también lo desterró al confín del Imperio por muchas razones, entre ella haber escrito "Ars amatorio".


Lo que sería después Europa, formada por las antiguas provincias, fue depurada de gobernadores corruptos y licenciosos.

El pueblo lo adoraba a tal extremo que lo veneraba como a un dios. Bajo su gobierno apenas se produjo guerra alguna de importancia, la gente trabajaba y vivía en paz.

La Pax Augusta o Pax Romana floreció por doquier aunque  no se pudo desterrar costumbres antañonas deprimentes. Como el mantenimiento de 400.000 ociosos en Roma formado por pobres y mendigos que vivían de la caridad del Estado y de algunos magnates. Una muchedumbre de vagos que consumía 4 millones de litros de aceite y miles de toneladas de trigo al año. ¿Eran necesarios? Sí, eran utilizados como clientela que votaban a sus patronos cuando deseaban llegar a ser senadores u otro alto cargo. Estos mendigos aparte de coger la sportula del Estado practicaban la salutatio, que era hacer todas las mañanas un cola de pedigüeños ante la puerta de un potentado para darle los buenos días y recibir a cambio una limosna.

Otra costumbre salvaje que practicaba el pueblo romano era la exposición de los hijos no deseados o que eran paridos con algunas taras físicas o metales. Estos recién nacidos se dejaban en un erial a la afuera de la ciudad y allí se les dejaban morir de calor, de hambre o devorada por los perros aunque la mayoría de las veces  otras personas los recogían para criarlos malamente y ser vendido, con tres o cinco años de edad, como niños esclavos.

El gran Imperios Romano, si exceptuamos a las Provincias de Africa y de Asia, abarcaba lo que ahora puede ser considerado como  Europa. Una Europa que en pleno siglo XXI es un batiburrillo de gobernantes, ideas y economías difíciles de homogeneizar. Una Europa decadente necesitada de otro hombre similar a  Cayo Julio Cesar Octaviano Augusto .



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