lunes, 30 de octubre de 2017

Hábitat

Hábitat

Hábitat, complejo de condiciones de vida que inciden en el desarrollo de una persona.
Este vocablo lo descubrí en mi tierna adolescencia y me gustaba tanto que lo soltaba sin ton ni son, sin venir a cuento, para sorprender a otras personas con mi cultura.
Una bobada de adolescente, pero lo que sí es cierto es que el hábitat, el medio ambiente en el que se cría un individuo influye grandemente en su personalidad y en la forma que afrontar lo bueno y lo malo de la vida. Un ejemplo, la mujer o el hombre avaro que teniendo una situación económica aceptable vive como un mendigo por miedo a perder la fortuna ya que le aterroriza el recuerdo de pasar hambre como cuando vivía con su pobre familia, durante la posguerra, en un barrio de chabolas. O aquel hombrecete que gracias a la mal conceptuada democracia, donde cualquier patán adulador y desvergonzado puede alcanzar un alto puesto político creyendo que es un ser  omnipotente y omnisciente por mor a su nuevo y artificial hábitat y que comete miles de tropelías embriagado por el propio poder y por los tiralevitas que lo jalean. 
No recuerdo si fue Verlaine quien dijo aquello que los hijos de los menesterosos difícilmente alcanzarían el triunfo y la gloria si su hábitat no cambiaba. Pocos hombres insignes en el mundo del arte o de la ciencia surgieron  viviendo en un ambiente sórdido y retrasado. Así lo reconoció el pintor Dalí que escribió en sus memorias: "En la Residencia de Estudiantes estábamos los mejores jóvenes de la burguesía progresista española. Yo (Dalí), Lorca y Buñuel. Éramos magníficos y generosos sin límites con el dinero ganado por nuestros padres"
Gustave Flaubert decía que las virtudes de un hombre emergen con su bienestar. Un chico poligonero o barriobajero jamás podrá destacar si no cambia de hábitat a tiempo, cambiando de familia, de amigos y de colegio. Hay casos de gente muy pobre que destacaron pero jamás viviendo en su hábitat de origen sino con la ayuda de una familiar o alguien interesado en su educación. Camús, hijo de dos peones pobres y analfabetos, estudió porque el párroco de su pueblo le ayudó a interesarse por los libros y por el estudio.
Unos hijos criados por padres imbéciles, tolerantes, laxos y dispersos por lo general saldrán también estúpidos y jamás alcanzarían, como sus propios padres, un coeficiente de inteligencia superior a 80. Pero si al menos uno de sus progenitores es medianamente inteligente y se preocupa por la educación del hijo o de la hija  podría salir apto para enfrentarse bien en la lucha por la vida, como preconizaba Pío Baroja.
Es un apotegma: De padres inteligentes, hijos inteligentes, siempre que el hábitat sea el adecuado.

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