sábado, 28 de marzo de 2020

Un libro de mi biblioteca

Ventanas de Manhattan

Autor: Antonio Muñoz Molina

Dice la contraportada de esta novela: "Nueva York esconde tantas caras como ventanas exhibe: las de los decorados de los musicales de Broadway, las de los edificios iluminados del otro lado del Central Park... La ventana es el marco de una pintura de Hopper, una acuarela de Katz"

Debo reconocer que Muñoz Molina es un escritor que me encanta, aparte de escribir bien y "a mi gusto" es una observador nato de la vida, esa aventura en la cual todos los humanos estamos inmersos. Hay que tener en cuenta que este escritor vivió en Manhattan durante muchos años y sin lugar a duda debe tener en sus recuerdos  anécdotas de su vida en Nueva York.

"Cuando se desembarca en el aeropuerto Kennedy, en el control de pasaportes, es donde uno se encuentra de golpe y sin aviso con el autoritarismo administrativo de los Estados Unidos, con la aspereza y los malos modos de esos funcionarios de Inmigración que tienen por el europeo una envergadura amenazante. En Europa no hay funcionarios así, con esa actitud, violentos cuando alguien se equivoca. Es la vida americana, la de la burocracia, los policías, la médula disciplinaria de las leyes, la sombra de dureza y crueldad" 

"En aquel viaje yo le regalaba mis lugares más queridos de Nueva York a una mujer, a la mujer que iba conmigo, los que yo había encontrado a solas, en caminatas que siempre tenían una emoción simultánea de aventura de descubrimiento del mundo y de descensos al interior de mí mismo"

"No ver, no mirar, mirar velozmente y de soslayo y fingir que no se ha mirado, sortear un cuerpo caído en el suelo, una presencia molesta, una mano que agita un vaso de plástico solicitando una limosna. Estar viendo y no mirar es un arte supremo en esta ciudad que desafía tan incesantemente a la mirada"

"En el metro escucho el español jugoso de unos cubanos: "Mira, chico, dónde tú vas a pasar el Thanksgiving. A mí me da igual, lo que yo quiero es comel puelco y no pavo"
El olor es muy marcado en Manhattan. El olor de pan caliente de una tahona, el de una pizzería, el de una lavandería con ese olor a tela húmeda y al vapor de las secadoras, el olor cálido y denso que sube de los respiradores del metro"

"Escribo sentado en una silla de hierro de Bryant Park. Me siento y abro mi cuaderno como un pintor impresionista que sale del estudio para pintar al natural. Este parque está situado a espaldas de la biblioteca pública, abundan las estatuas de literatos. Frente a mí, con una amplia gordura de vida sedentaria, está sentada Gertrude Stain. Los demás héroes o literatos de bronce se apoyan en columnas o  están sentados en sillones que parecen tronos" 



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