martes, 25 de agosto de 2015

CINE DE AYER

Europa (1991)

Director: Lars von Trier

Este director de cine danés aparte de ser inteligente es algo pesimista con esa visión negra que tiene de la vida, o sea, de Europa.

El argumento de la película es algo complejo: Un americano de origen alemán viaja a Alemania recién terminada la guerra, en 1945, y se encuentra con un país desolado y triste. Su deseo es trabajar en los ferrocarriles para ayudar con su labor a reconstruir el país. El joven Leopold es un idealista pero sin afiliación política, que todavía cree que tras el conflicto la justicia y la igualdad hará vivir en paz a los alemanes. Es un ser puro que rechaza la violencia y la imposición y todavía cree que la maldad humana ya desapareció.
No quiere saber que el período de cualquier posguerra es aún peor que la propia guerra. En Alemania la guerra no acabó en 1945 porque subyace otras guerras secretas entre los supervivientes: la del hambre y la del odio.
 Leopold comprueba que los aliados, principalmente los americanos, campan por sus anchas en un país devastado, que se dedican la mayoría de ellos al trapicheo, al contrabando de alimentos, tabaco y medicamentos a cambios de favores sexuales o de colaboración en delaciones y chivatazos.
En esta película von Triers nos muestra como los ingenuos, los nobles de corazón son utilizados convirtiéndose en tontos útiles en manos de desaprensivos postnazis terroristas, los verwolf, contra las fuerzas de ocupación y contra los colaboradores germanos de estos.

El film está lleno de alegorías. Cuando la hija de la red de ferrocarriles privados Centropa seduce a este americano, futuro revisor de coche cama, para después utilizarlo como esclavo de los verwolf. Una de las escenas más impactante es a bordo de un tren, cuando le dicen que pase desde su vagón habitual, coche cama, lo mejor del convoy hasta el vagón de cola para un asunto importante. Pasa por coches donde nunca estuvo antes, la gente apiñada como ganado, muchas de ellas viajaban de pie por falta de un espacio donde sentarse, pasa por otro vagón donde gente famélica con trajes de rayas se recuestan en literas de tablones... todo una alegoría de la sociedad pasada ¿y presente?

Una voz en off narra parte de la película como si fuera una sesión con un psiquiatra.

Antes de concluir esta reseña una escena impactante: dos niños de 12 y 10 años suben a bordo del tren recomendado por un amigo de la familia de Centropa, el revisor, Leopold, se hace cargo de ellos y lo sienta en el compartimento de un matrimonio mayor judío que regresa a su país desde Inglaterra. Este matrimonio da chocolatina a los niños, los mimas y los cuidan hasta que el chico de 12 años saca un revólver debajo de sus ropas y mata a la pareja judía. Todo muy simbólico y muy cruel.

En definitiva una película algo surrealista pero con un trasfondo muy serio dentro de una alta calidad de cine: esas mezclas de fotogramas en blanco y negro con otros de color; esa música adecuada para cada escena y esos planos y contraplanos que tanto gustan a este director. Un film excelente, sin lugar a duda. 

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