sábado, 26 de enero de 2019

Un libro de mi biblioteca

El miedo a la libertad

Autor: Erich Fromm

Creemos que casi todas las personas nos hemos preguntado que es la libertad, sobre todo los que fuimos criados y educados bajo un régimen tan autoritario como fue desde la posguerra hasta principios de los años 80.

En el año 1994 compré este libro y lo leí en mi tiempo libre. Ahora, 25 años después, en mi vejez, volví a leerlo y como siempre sucede en estos casos le saqué un significado diferente pero muy aclaratorio. 

En la contraportada leemos: "Este libro intenta explicar los aspectos de la crisis contemporánea de la civilización occidental relacionada con la libertad del hombre, acechada por un permanente fascismo y una creciente estandarización de los individuos en las sociedades avanzadas, unas formas colectivas de evadir la libertad"

En el sublime prefacio de Gino Germani se dice: "La democracia puede subsistir solamente si se logra un fortalecimiento y una expansión de la personalidad de los individuos, que los haga dueños de una voluntad y un pensamiento auténticamente propios. El hombre contemporáneo está llamado a refugiarse en alguna forma de evasión de la libertad"

Fromm nos pregunta en el capítulo que titula "La Libertad como problema psicológico" ¿Es el deseo de la libertad algo inherente a la naturaleza de los hombres? Junto a un deseo innato de libertad hay también un anhelo instintivo de sumisión. Cada persona tiene sus propios instintos como el amor, el odio, el deseo de poder y ese anhelo de sumisión; todos ellos son resultantes del proceso social en el que se ha criado y educado.

Frente a la libertad está la sumisión que es el único método para evitar la soledad y la angustia. Es vital para las personas conseguir un proceso de individuación a través de un crecimiento del yo, contando siempre si las condiciones económicas, sociales y políticas son las adecuadas porque si no el hombre caerá en la insignificancia de su propio yo y en su impotencia.

La conciencia es un negrero explotador que el hombre se ha colocado detrás de sí mismo y que le obliga a obrar de acuerdo con los deseos que él cree suyos propios, mientras que en realidad no son otras cosas que las exigencias sociales externas que se han hecho internas.

En nuestra sociedad una persona considerada normal en adaptación al medio social es a menudo menos sana que una persona neurótica. Frecuentemente el adaptado, el normal, se tuvo que despojar de su yo con el fin de transformarse en el tipo de persona que cree que debe ser él. El neurótico, sin embargo, resulta menos mutilado que el normal que ha perdido su personalidad. 

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