lunes, 28 de septiembre de 2015

LA AVARICIA

La avaricia

Dicen que es el deseo desmedido por poseer riquezas (dinero y propiedades) por el solo placer de atesorarlos sin disfrutar ellos ni su familia de un nivel de vida más alto que el de una mera subsistencia. 
El refrán: "Guarda el avaro su dinero para que lo derroche su heredero" indica a esos pobres diablos ¿diablas? que, principalmente, en el medio rural, pueden ellos vivir con dignidad y bien hacer y sin embargo, por su avaricia, viven como auténticos  rácanas  capaces de comer sus heces si alimentara. 

Algunos psiquiatras afirman que los avariciosos son individuos que tienen un miedo atroz al futuro, principalmente a la vejez, creyendo en su ignorancia, que a más dinero guardado más tranquila y confortable será sus últimos años. La avaricia puede devenir como un trastorno mental grave si llega a la obsesión donde se acostumbrará a vivir pésimamente, comer peor y vestir de harapos con tal de ahorrar dinero. Otros avaros, huraños, tacañones y rácanas llegan a un estado calamitoso de vida como aquella   anciana que vivió sus últimos años como una mendiga pero cuando murió encuentraron bajo su colchón una pequeña fortuna. O el individuo que enferma y por no pagar la factura de un buen especialista se deja amputar un brazo o una pierna. O esa mujer con más de 80 años de edad que cocina comida inapropiada para su edad, de subsistencia, de pésima calidad y hace enfermar a su marido y a ella misma. O esa otra familia que pasa calor sofocante en el verano y frío glacial en el invierno porque no quieren poner calefacción central teniendo una considerable fortuna en el banco. 

También se han dado casos de avaros entre millonarios. Pondremos tres casos:

Henrietta Green, una multimillonaria del siglo XIX, permitió una cojera de por vida de su hijo porque cuando era niño se rompió una pierna y ella le negó la atención de un  especialista alegando que era muy cara.

Paul Getty, propietarios de multitud de empresas y de la poderosa Getty Oil Company que instaló un teléfono público en su mansión para que la servidumbre, y él mismo, echaran monedas cada vez que llamara al exterior. 

Ingvar Kampred, el fundador de IKEA, con una fortuna personal de 6.000 millones de dólares. Cambió de residencia de su país, Suecia, a Suiza para no pagar impuestos. A pesar de su edad no tiene chófer y conduce personalmente su viejo Volvo de hace 18 años. Viaja en avión en clase turista y come en los comedores de Ikea: patatas hervidas con albóndigas. Hay que ahorrar, dice el muy ladino.

"Vive, que solo se vive una vez. Disfruta que el paraíso está en la tierra y no en las nubes"

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