martes, 31 de diciembre de 2019

Cine de Ayer

El séptimo sello  (1957)

Director: Ingmar Bergman

Cuando un cruzado regresa a su país la Muerte le espera. Antonius, el caballero cruzado, le ruega a la Muerte que es demasiado pronto para dejar esta vida y le propone jugar una partida de ajedrez para ganar tiempo.
Este film de Bergman está montado con varias historias hilvanadas entre sí. Un escena notable es cuando la Muerte se acerca a una joven que iba ser quemada por brujería y le pregunta la Muerte a la reo: ¿De verdad que viste al Diablo, cómo es? La supuesta bruja calla y la Muerte le contesta con desdén: Tú estás ya muerta de miedo. Tu no has visto a nadie.
Bergman nos hace recordar que en plena Edad Media toda Europa estaba solada por la miseria, el terror y las plagas. Era un mundo lleno de crueldad y violencia, de fanatismo religioso, de penitencias y de un enfermizo sentido de culpabilidad. Este director sueco glosa sus propias obsesiones religiosas, duda sobre la existencia de Dios más allá del pecado, de la confesión y del perdón. Resalta el fanatismo de la plebe y la crueldad innecesaria (¿fue algunas vez necesaria la crueldad?).
El Séptimo Sello nos dice que el mundo"actual" está enfermo y desquiciado (según la visión "actual" del año 1957); que lo que domina es la codicia y la crueldad apoyada por ignorantes y dirigentes corruptos.
Imposible sacar ningún fallo a esta excelente película, una obra de arte de Ingmar Bergman, quizá su mejor film. 
Antonius, un buen cristiano que vuelve de una de las cruzadas, tiene miedo a la muerte a tal extremo que le hace encomendarse a Dios, a un Dios que él no cree. Se contrapone a este personaje su escudero Jonás, una especie de Sancho Panza, que solo piensa en satisfacer sus instintos animalescos y que piensa que la muerte es nada más que el vacío, la nada.
La imagen, la fotografía y la luz de esta película cuenta mucho. El comienzo del film es una playa fea, de gravilla y cielo plomizo, algo surrealista, con la escena de unos caballos sueltos y dos hombre tirados en el suelo. Antonius y Jonás. 
Al cruzado le atormenta sus propias preguntas. ¿Por qué Dios no le ayudó en Tierra Santa luchando contra el infiel? ¿Por qué castiga ahora a su pueblo con una epidemia de peste? ¿Por qué Dios no se le manifiesta en este mundo?


No hay comentarios:

Publicar un comentario